Son las tres de la madrugada y Pep Aguilar se levanta sigilosamente. Con cuidado de no despertar a su mujer, se viste y prepara su equipo de fotografía. Le da un beso a su hijo, que duerme plácidamente, cierra la puerta despacio y se sube a su coche, dispuesto a conducir en plena noche hasta el otro extremo de la Isla para capturar la Vía Láctea, si no hay calima o nubes que lo impidan. Sabe por una app que a tal hora y en tal lugar exactamente, se van a dar las condiciones idóneas para hacer una foto de la galaxia en todo su esplendor. Al llegar al sitio, se encuentra con varios compañeros preparando el equipo para hacer la mejor foto, pues Pep no es el único aficionado a la fotografía nocturna, una disciplina que cada día tiene más adeptos. De hecho, han formado un grupo para planificar quedadas dedicadas a esta rama de la fotografía.
El lado oscuro
«Empecé en la fotografía con unos amigos, haciendo excursiones en las que aprovechábamos para hacer fotos del paisaje, la puesta de sol, etc. Pero pronto nos pasamos al lado oscuro, y una vez que empiezas con la fotografía nocturna, ya no puedes parar», señala. «Lo más interesante de esta disciplina es que en las fotografías aparecen imágenes que no se ven a simple vista, ya que, debido a los largos tiempo de exposición que se utilizan, la cámara captura más luz de la que es capaz de captar el ojo humano. De esta manera, haces una foto del cielo nocturno y, si has calculado bien el momento, el lugar y el encuadre, en la imagen aparece toda la nebulosa que envuelve la Vía Láctea. Quedan unas fotos alucinantes», señala.
«Para ello, buscamos lugares en los que haya muy poca contaminación lumínica, como el Puig de Sant Salvador (Felanitx), donde probé este tipo de fotografía por primera vez, hace ahora 4 años. A partir de entonces, me enganché, y he estado buscando localizaciones idóneas para alinear la Vía Láctea con diferentes elementos, como torres o faros, y hacer fotos cada vez más interesantes y llamativas. Asimismo, también salgo a hacer fotos cuando hay fenómenos astrológicos interesantes, como las perseidas o el paso de algún cometa», abunda este fotógrafo de la noche.
Pero, para poder desarrollar su pasión, Aguilar tuvo que rodearse de otros aficionados a la fotografía nocturna. «Es muy desaconsejable ir en solitario a practicar esta modalidad, por si acaso sufres alguna caída o accidente, algo que en plena naturaleza y por la noche no es difícil que ocurra», explica. Así fue como, el pasado mes de enero, se formó el colectivo Cercant Bubotes, con una decena de integrantes, procedentes de diferentes asociaciones de amantes de la fotografía. Han expuesto en diferentes espacios, como la librería Literanta, donde, durante todo el verano, se puede apreciar parte del trabajo de Aguilar. Asimismo, el 4 de agosto se inaugurará en el antiguo convento de Lloret de Vistalegre una exposición colectiva de los miembros de Cercant Bubotes.
Encuentros
Realizan varias salidas al mes, siempre siguiendo el rastro de los astros. «El centro galáctico de la Vía Láctea es visible en nuestras latitudes entre enero y octubre. Aparece al principio del año a ras del mar, y a medida que van pasando las semanas se va alzando hasta alcanzar una posición prácticamente perpendicular al horizonte. Sale por el suroeste, de manera que al principio de la temporada vamos a hacer fotos al faro de Capdepera, Formentor, etc. Luego, las mejores localizaciones para observarla se sitúan al este de la Isla, y poco a poco se va desplazando hacia el sur. Las últimas fotografías del año las hacemos en la zona del faro de Cala Figuera, Sant Elm, etc.», detalla. A lo largo de los meses, varían las horas nocturnas idóneas para captar el centro galáctico en su máximo esplendor», señala.
Por supuesto, todos los aficionados a la fotografía nocturna tienen su trabajo, en la mayoría de los casos con horarios normales, pero eso no les impide entregarse con dedicación a su pasión. «La mayoría, además, son padres. De hecho, es una modalidad de fotografía ideal para conciliar con la vida familiar, porque salimos justo cuando los niños están durmiendo», incide.
Así, después de su salida fotográfica, Pep Aguilar llega a casa un rato antes de que se despierte su familia. Se prepara un café y se sienta frente al ordenador para ver y editar las capturas de la noche. A medida que ‘revela' las fotos ajustando los parámetros de luz, contraste y color, va emergiendo la Vía Láctea frente a sus ojos. Satisfecho, guarda las fotos, apaga el ordenador y se encamina a la ducha, dispuesto a enfrentar, con ojeras y una gran sonrisa, un día más de trabajo, familia y otras responsabilidades diurnas, mientras empiezan a sonar despertadores por todas las casas del vecindario.
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