Representación pictórica del espíritu de la Revolta Forana con Simó Ballester como protagonista. | Guillem Mas

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Simó Ballester, más conocido como Tort, nació en Manacor. No se sabe a ciencia cierta cuándo, pero sí que murió en Palma en 1457 como consecuencia directa de sus actos de rebeldía y oposición contestaria al poder déspota. Se convirtió en uno de los caudillos de la Revolta Forana mallorquina (1450-1453) y muchos recuerdan aun hoy su legado en forma de lucha por la libertad y la dignidad colectivas.

El manacorí de pro Jaume Rigo, responsable del Centre Universitari de la capital del Llevant, fue consultado por este periódico sobre cuál es el personaje o hecho histórico que personalmente considera más significativo y representativo de sus contrades. Como respuesta inmediata, sin vacilar, propuso a Lo Tort por una razón simple y llana: «Por su significación histórica, aunque hay muchos imprescindibles, he de decir Simó Ballester, al encarnar la lucha del pueblo contra el poder establecido, no democrático sino absolutista, que abusa injustamente de privilegios e impuestos».

Qué sabemos sobre Simó Ballester. De él versa ya abundante bibliografía, incluyendo obras específicas que se fijan en su figura y en la influencia decisiva que proyectó sobre su tiempo y en los posteriores. Nació campesino, concretamente fue uno de los hijos del mayoral de Son Pere Andreu, y con otros como Jaume Nicolau y Bartomeu Moner fue uno de los hombres clave y de los más radicales de la revuelta, según refiere Miquel-Àngel Casasnovas en su Història de les Illes Balears.

Las interpretaciones más modernas de aquellos hechos presentan la Revolta forana como un hito clave en la lucha en defensa de las libertades. Como sucedió también con la posterior Germania de Mallorca, las lecturas oficialistas de la historia presentaron a menudo a forans y germanats como radicales exaltados. Durante largo tiempo se arrinconaron nombres como Pau Casesnoves, Joan Crespí o Joanot Colom. Hoy algunos de ellos, como el propio Simó Ballester, tienen calles en Palma y centros escolares con sus nombres, en honor y recuerdo a sus gestos y sus acciones.

PALMA. CALLES. LA CALLE RUIZ DE ALDA PASA A LLAMARSE CALLE SIMO BALLESTER.
Calle en Palma dedicada al dirigente 'forà'. Foto: J.Torres.

En la revuelta Lo Tort era el jefe de los forans y Pere Mascaró encabezaba a los menestrals. El descontento de los estratos sociales mallorquines menos favorecidos se cimentaba en los abundantes privilegios de los caballeros ciutadans y mercaderes. Las clases altas de la ciudad pegada al puerto, principal puerta de entrada de la riqueza en Mallorca en la época, estaban exentas de algunas obligaciones fiscales, mientras que el resto de la Isla sudaba la gota gorda para poder cumplir lo comprometido al final de la cosecha en un momento en que el éxodo rural ya era una realidad palpable y con consecuencias sobre la forma de vida.

Por si fuera poco, los rumores y escándalos de mal uso de los dineros por parte de los administradores del reino orquestaron un ambiente enrarecido, preludio de la violencia que estaba por llegar. En julio de 1450 Ballester era un capitoste reconocido por media Mallorca, y en calidad de ello participó en el primer sitio de la Ciutat de Mallorca al frente de un regimiento compuesto por 2.000 campesinos armados y muy disgustados. Meses después todo se torcería.

Los forans y menestrals confiaban que, con su demostración de fuerza poniendo contra las cuerdas a las guarniciones de la Isla leales al rey, este mostraría su benevolencia y accedería a escucharles, tal vez considerara que sus reclamaciones eran justas y sus vidas mejorarían. Pero la delegación enviada a la corte napolitana de Alfons el Magnànim obtuvo un portazo en la cara, algo que acabaría por radicalizar aun más el levantamiento.

Entre tiras y aflojas y tras un tercer sitio a la ciudad, el monarca envió a los temidos saccomani, mercenarios italianos de mala fama y peor comportamiento dentro y fuera del campo de batalla que darían buena cuenta de los mallorquines rebeldes junto a otras fuerzas locales leales al rey. Las escaramuzas se dieron hasta el mes de agosto de 1452, cuando tuvo lugar la Batalla de Rafal Garcés, paraje ubicado entre Inca y Sencelles. Los ejércitos leales al Magnànim eran más y venían mejor pertrechados, mientras que los amotinados eran más duchos en la emboscada y el combate de guerrilla que en el enfrentamiento abierto. El resultado no fue difícil de vaticinar.

La rebelión fue aplastada y la contestación a los desequilibrios sociales y económicos perdió fuelle. La represión con aquellos que de un modo u otro apoyaron el alzamiento de los mallorquines cayó con fuerza y recorrió la Part Forana de arriba a abajo. Francí d'Erill i de Centelles ordenó en nombre del rey cortar las cabezas de los líderes de la revuelta y se impuso un tributo especial a los pueblos a manera de sanción. Hay quien cree que esa mácula ancestral reside de algún modo u otro en la actual rivalidad que de algún modo pervive entre la parte urbana de Mallorca y la más pegada a la pagesia. Simó Ballester fue apresado tras un tiempo huido en Menorca. En 1457 fue ejecutado y su cuerpo arrastrado, descuartizado y expuesto como advertencia en los lugares públicos más señalados de la ciudad que asedió para exigir justicia y dignidad para todos.