Se dice que el mallorquín es prudente y distante, pero que cuando te brinda su amistad es para siempre. Al emprendedor catalán Edu Reig estas palabras le suenan a excusa para justificar un talante que peca de receloso. «Tienen un carácter difícil y endogámico, que en ocasiones desprende cierta hostilidad. Siempre me he llevado mejor con los mallorquines hijos de la inmigración que con los de los ocho apellidos, que suelen ser más cerrados». Con un punto de ironía, la artista francesa Virginia Waffelaest considera que el carácter local es «bastante especial», aunque matiza que con paciencia «siempre se puede encontrar una puerta de entrada».
En opinión de la terapeuta colombiana Susan Salazar, el mallorquín «es un poco cerrado y desconfiado al principio, es normal por tanta invasión que ha sufrido históricamente la Isla. Pero cuando te conocen te abren las puertas de su casa. Mis grandes amigos son mallorquines». En esta línea se expresa Antonio Cerón, director comercial jubilado llegado de Madrid: «De entrada son muy herméticos, y el período de adaptación para los que venimos de una ciudad grande es difícil. No esperes que te abran la puerta de par en par, te lo tienes que ganar a pulso, pero una vez que lo hacen ves que son gente maravillosa».
Reig no comulga con su punto de vista, para este catalán que ha vivido en diferentes ciudades del país, «la Isla es un paraíso geográficamente hablando, otra cosa muy distinta es como sociedad. Acogedor no es el primer adjetivo que se me ocurre». El vallesano incide en su denuncia al hermetismo de una sociedad en la que «cuesta mucho hacer un amigo de verdad». Para la francesa, «la Isla es acogedora si te adaptas a su ritmo, sino se queda en mero decorado». Más tajante se muestra la terapeuta colombiana, «esto es el paraíso, me siento muy acogida». Cerón discrepa: «Antes Mallorca era un lugar más acogedor, ahora está demasiado globalizada, demasiado extranjero y demasiada ocupación en verano, me da hasta pereza ir a la playa».
Expresiones
Cambiamos de tercio para revisar algunas expresiones que, cuanto menos, causan sorpresa al recién llegado. Edu Reig habla del ocurrente ‘barco de rejilla', lo ha sufrido en primera persona cuando «no he comulgado con un mallorquín en algún tipo de debate». En su opinión, «es una frase hostil, aunque por suerte no todos encarnan ese arquetipo». En tiempos de corrección política convendría revisar estos términos, y otros como ‘foraster'. «Una expresión que me parece despectiva, horrible, clasista e injusta y no entiendo que a algunos mallorquines les haga gracia». En ese sentido, Waffelaest sostiene que «es bastante excluyente, no apetece que te llamen así». Salazar suaviza el tono general, en su opinión «aunque es un poco despectivo, depende de en qué contexto te lo digan, al fin y al cabo somos forasteros». Sobre estas expresiones acomodadas en el abc cotidiano mallorquín, Antonio Cerón reconoce que «al principio me molestaba, pero con el tiempo incluso yo las utilizo alguna vez. De hecho, en mi casa todos son de aquí, pero te aseguro que el más mallorquín soy yo: consumo productos locales, me gusta el estilo de vida mallorquín, la gente de pueblo y de campo, y el que llegue a entender eso entenderá al mallorquín».
Vínculos
Los vínculos socio-lingüísticos que unen Balears con Catalunya propician que la relación entre ambas comunidades sean más estrechos que con el resto de foráneos. Pero para Reig, esa conexión no fluye con la naturalidad que debiera: «Respecto al catalán siempre ha existido esa mezcla entre respeto / admiración y envidia / repulsa». En su opinión, «se depara un trato diferente a peninsulares, extranjeros y catalanes» en función de la clase y, especialmente, los intereses. «Desde mi punto de vista algunos mallorquines usan la aceptación y la integración según su conveniencia. Pienso que no tratan igual al sueco que paga un desmesurado alquiler que al chaval de León que trabaja de camarero», concluye.
El apunte
Mallorca y las percepciones irrefutables
80 comentarios
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ManuNo vivimos en ningún estrés. Nos reservamos el derecho a nos contaminen…
Més tancats són els que venen de fora i esperen que tot sigui com a la seva terra. S'extranyen de que hi hagi distintes maneres d'entendre la vida i com no ho entenen, diven que som tancats
Ja t'en donaranPues el catalán tiene razón, yo soy mitad catalán y mitad mallorquín y opino lo mismo.
No vengan a Mallorca, los mallorquines somos lo peor, nos cargamos a los judíos, quemados en la plaza Gomila, después hicimos la vida imposible a los chuetas, a los forasters siempre les hemos menospreciado, viene Vinicius y le hacemos el mono; construimos para extranjeros ricos que suben el precio del mercado y aquí pocos se pueden comprar una casa. Alquilamos sa casa de sa padrina a hooligans para engrosar nuestras cuentas corrientes sin importarnos los vecinos, pues, ustedes saben, los vecinos nos importan un pimiento. Y nuestra principal economía es masificar y destruir territorio. Odiamos a los catalanes para poder codearnos con los megapijos de pulserita rojigualda y poder jugar al golf o ir a las regatas hablando castellano. No vaya a ser que nos confundan con extremistas radicales que quieren proteger la isla y eso que llaman el catalán de Baleares. No vengan, no, ca. Lo pasarán mal, muy mal, si sobreviven.
Llevo 40 años en Mallorca tengo amigos mallorquines desde el primer día y en el transcurrir de los años conservo esa amistad y continuo conociendo a más gente , no he dejado ni un sólo día de discutir con ellos pero ahí está la gracia.
Soy extranjero. 30 años viviendo en España. Barcelona- Málaga- Madrid. Ahora me ha tocado aqui por trabajo. Llevo 8 años. La gente de aqui en general, buena gente. Pero muy cerrados, demasiado para mi gusto. Desconfian de todo y de todos. No entiendo como pueden vivier en ese estrés. La gente joven no. Pero a partir de los 40 la cosa se oscurece. Carácter isleño. Mucho miedo.
Un catalán diciendo que somos cerrados, clasistas y herméticos....el chiste se cuenta solo.
Siendo mallorquín “ menfot de tot y casi tots” empero lo del catalán no tiene nombre ni perdón; el ladrón cree que todos son de su condición…
Vicent MartínEn el Instituto Ramon Llull, hace 60 años, no nos enseñaron a hablar o escribir el catalan, y eso que teniamos catedraticos de lujo, Casares, Serra, Castell, Riera, Bennasar, Taix, etc etc, clases acinadas con mas de 60 alumnos, y normas severisimas en un colegio que más bien se parecia, a un pabellon del ejercito o de un campo de concentración, lo unico que teniamos ganas es de cumplir 14 años para empezar a trabajar, por lo que yo no se escribir en catalan, y no me preocupa en absoluto, leo muchos libros y a veces en catalan, pero no se escribirlo, por lo que seguire escribiendo en castellano.
CaudilloLo de l'accent, encara que ho posis entre parèntesi, és d'antologia del racisme.