Las nuevas imágenes -las primeras se publicaron el pasado noviembre- forman parte de las observaciones tempranas de Euclid y acompañan a los primeros datos científicos de una misión que, durante seis años, observará miles de millones de galaxias a una distancia de hasta 10.000 millones de años luz, en más de un tercio del cielo. El objetivo, crear el mayor y más preciso catálogo en 3D del universo para tratar de avanzar en el conocimiento de la naturaleza de la materia y la energía oscura, la expansión del universo y la gravedad.
Euclid se ha fijado en el cúmulo de galaxias Abell 2390, que muestra alrededor de 50.000 galaxias cuyas distancias pueden medirse gracias a estas observaciones. Estos cúmulos contienen enormes cantidades de masa, gran parte de ella en forma de materia oscura, una forma de materia que no se puede observar directamente pero que se supone que, junto a la energía oscura, constituye la mayor parte del contenido del universo.
El telescopio utiliza las lentes gravitacionales como técnica fundamental para explorar este universo oscuro. La materia oscura no emite luz pero ejerce atracción gravitatoria y es fundamental para entender la forma en que el universo se agrupa, desde las grandes estructuras de vacíos y supercúmulos de galaxias hasta la Vía Láctea. Aunque resulta invisible, su presencia distorsiona la luz procedente de galaxias lejanas. Este efecto se denomina «lente gravitacional» y puede ser observado por Euclid, revelando la distribución de la materia oscura a lo largo del universo.
Otra de las fotografías muestra la región de formación estelar Messier 78, un vibrante vivero envuelto en polvo interestelar. Según la ESA, la imagen no tiene precedentes: es la primera vez que se obtiene una foto de esta joven región a esta anchura y profundidad. Euclid se adentró en este ambiente con su cámara infrarroja, descubriendo por primera vez regiones ocultas de formación estelar, cartografiando sus complejos filamentos de gas y polvo, y descubriendo estrellas y planetas recién formados.
NGC 6744 es un ejemplo típico del tipo de galaxia que actualmente forma la mayoría de las estrellas del universo cercano. El amplio campo de visión del telescopio abarca toda la galaxia, 'cazando' no sólo la estructura espiral a gran escala, sino también detalles 'exquisitos' a escalas reducidas. Los científicos están utilizando estos datos para, entre otros retos, comprender cómo el polvo y el gas están relacionados con la formación estelar; dónde se están formando estrellas en la actualidad; y desentrañar la física que subyace a la estructura de las galaxias espirales, algo que aún no se comprende bien.
El cúmulo de galaxias Abell 2764 comprende cientos de galaxias dentro de un vasto halo de materia oscura. Euclid capta muchos objetos en esta porción de cielo, incluyendo galaxias de fondo, cúmulos más distantes y galaxias en interacción. Esta visión completa de Abell 2764 y sus alrededores permite a los astrofísicos determinar el radio del cúmulo y ver sus alrededores con galaxias lejanas aún en el encuadre. También se ve aquí una estrella muy brillante en primer plano, Beta Phoenicis.
Además, Euclid recogió galaxias evolucionando y fusionándose 'en acción' en el grupo de galaxias Dorado, con hermosas colas de marea -región alargada de estrellas- y envolturas vistas como resultado de las interacciones en curso. Este conjunto de datos se están usando para estudiar cómo evolucionan las galaxias, mejorar los modelos de la historia cósmica y comprender cómo se forman estas dentro de halos de materia oscura.
Para elaborar estas 'primeras hojas' del catálogo, Euclid necesitó 24 horas -no consecutivas- de tiempo de observación, enseñando más de 11 millones de objetos en luz visible y 5 millones más en luz infrarroja. «Creo que la única palabra que puedo usar para describir las imágenes es asombroso», asegura a EFE la directora de Ciencia de la ESA, Carole Mundell: «soy astrofísica, he visto muchas instantáneas del cielo en mi vida, las he creado y he combinado mis datos, pero Euclid tiene algo muy especial». Su amplio campo de visión, su increíble sensibilidad a la luz muy tenue y su cristalina visión.
«Cuando juntas todo eso, es casi un asalto a los sentidos. Solo hay que detenerse un momento y maravillarse de que hayamos sido capaces, como especie, de inventar esta tecnología que ofrece esta increíble visión nítida del cosmos. Es realmente hermoso». Según Mundell, cuando se combinen estos resultados -que aparecen en diez artículos en un repositorio científico- con los futuros datos cambiará «significativamente nuestra comprensión del universo». Para Guillermo Buenadicha, coordinador de operaciones científicas de Euclid, esta especie de «degustación» de imágenes es espectacular, pero no hay que mirarlas solo como «fotografías bonitas», sino «como la descripción de las capacidades de una máquina tremenda como es Euclid».
Buenadicha no se puede imaginar lo que al final conseguirá Euclid, dentro de otros cinco años. «Esa es la maravilla de la misión», recalca a EFE desde la sede de la ESA (ESAC) en Villanueva de la Cañada, Madrid, donde se almacenan y diseminan los datos del telescopio. «Queremos obtener la ciencia primordial, que son las constantes cosmológicas o la evaluación cosmológica, pero estoy segurísimo que lo que llamamos ciencia secundaria, que al final no lo será tanto, sobrepasará con creces esa capacidad. Esperemos que muchísimas cosas no previstas, aparezcan».
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