Los fines de semana, sin sesiones de diálisis, Elena Castillo le trae a su perra, ‘Carlota’, con la que sale a dar una vuelta por los alrededores de su casa.

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A José Luis Ardura hay que felicitarle porque hoy cumple 76 años. Pero, sobre todo, por estar vivo. «Mi vida, desde mi juventud, ha discurrido entre amigos, gintonics y chupitos. Y estas dos últimas cosas pasan factura... Sin embargo, no me quejo. No tengo mucho futuro, pero reconozco que no me lo pude pasar mejor de cómo me lo pasé. Estoy fastidiado, sí, pero soy feliz. Hace tres años me salvó la vida el doctor Buades Fuster. También le estoy muy agradecido a Manuela de la Vega por lo mucho que me ayudó, y a mi médica de cabecera, María Fuster. Y es que hace unos años tuve un problema grave de riñones, tanto que me pusieron en la lista para recibir un trasplante. Pero como luego me detectaron un cáncer de próstata, me quitaron de la lista. Por eso ahora, con el cáncer más o menos controlado, tengo que ir tres días a la semana a diálisis por lo del riñón, sesiones que me hacen en Son Llàtzer, donde me tratan maravillosamente bien».

Paco Palos y él

José Luis está con su perra ‘Carlota', que descansa tranquila sobre la alfombra. «Me la traen los fines de semana, para que estemos juntos. El resto de los días se queda con Elena Castillo, que es quién la acogió al no poder yo atenderla como se merece, por lo que le estoy muy agradecido». Insiste en que no tiene futuro, «pero sí un pasado rico, al que no renuncio. Un pasado que ha sido como una fiesta casi continua, en el que también he tenido grandes decepciones, entre otras las de amigos que dijeron que me venían a ayudar cuando lo que hicieron fue robarme. Sí, aparte de dinero, unos 3.000 euros, me robaron hasta el champú».

José Luis, asturiano de cuna, fue en sus mocedades cantante del grupo Los Reyes, «pero como yo lo que quería era ser actor, fui a Madrid y me apunté a una escuela de teatro que me recomendaron, la del actor Manuel Dicenta, pero no funcionó. No me encontraba a gusto. No por él, por Dicenta, que nos trataba muy bien, sino más bien por mí. Así que, enterado de que Tino Tribes abría una escuela de arte dramático en Palma, me vine a la Isla. Todo gracias a mi abuela, que como yo no ganaba nada, me ayudaba económicamente.... Una noche, en una cena, conocí a Paco Palos, un tipo muy simpático que es director artístico de la cosmética Elizabeth Arden. Él me dijo que si quería ser actor, además de ir a clase, tenía que ver mucho teatro y muchos musicales. Con él todo cambió, ya que por él conocí a mucha jet set y a no pocos famosos, como Lola Flores, Carmen Sevilla, Paca Rico, Sara Montiel... Aparte, Paco tenía casa en Mallorca, a dónde solía ir siempre que podía».

Tras una breve pausa, José Luis reconoce que Paco Palos marcó su vida. «Tras conocernos pasamos 24 años juntos, no como novios., aunque él sí me tiraba los tejos. Y cuando eso ocurría yo le decía, si me pones tu casa de Santa Ponça a mi nombre, seré tuyo para siempre. Y nos reíamos. Un buen día, sin esperármelo, me vino a buscar y me llevó al notario sin darme ninguna explicación. ¿Que qué pasó? Pues que me firmó un poder notarial para que pudiera vivir en su casa hasta que me viniera en gana, a la vez que cada mes me pasaba 200.000 pesetas, mucho dinero en aquellos años que me permitía vivir como un rey. Sí, porque además me llevaba de viaje, sobre todo a Marruecos, y me abría muchas puertas. Porque estando con él trabajé con Sara Montiel, como bailarín, en una revista con la que recorrimos media España».

Tertuliano en radio y televisión

Años después José Luis fue empresario. Tuvo un bar en Magaluf, El Tragos, que le funcionó muy bien «hasta que la alcaldesa, Margarita Nájera, levantó la calle donde estaba, por lo que la luz dejó de funcionar y... Pues que todos los negocios que había allí quebraron, entre ellos el mío». En más de una ocasión, hemos hablado de que podría haber escrito un libro de muchas páginas contando las experiencias vividas, ya fuera como actor, «pues además de teatro y revista, hice cine», como viajero, amigo de los famosos y relaciones públicas, a lo que se dedicó tras cerrar El Tragos. Y es que prestaba sus servicios como tal en distintas discotecas y pubs de moda, tanto de Palma como de Magaluf, desde donde fue también testigo de muchos episodios, confesables y no tan confesables, protagonizados por gente más o menos conocida de la Isla, por lo que me guardaré muy mucho de contar. Y es que -suelta una carcajada-, valgo más por lo que callo que por lo que cuento».

Vecino del Palacio de Marivent durante muchos años, fue también tertuliano en programas de televisión como Nit de Bauxa de Canal 4, «donde estuve 12 años, más otros tres en IB3 Radio con Joan Monse, y también en IB3 TV, en Bon día Balears con Lina Pons. De aquellos años de radio, guardo un especial recuerdo de Ultima Hora Radio, y muy especialmente de Carlos Durán. ¡La de cosas que llegamos a contar en aquel espacio! ¡Y lo que nos divertimos contándolas!».

Donante de órganos

Pero la vida pasa y con ella, nosotros. Y si has tenido una vida alegre, te pasa factura, como le ha pasado a él. Y como le sigue pasando, «pero no me importa, pues vaya todo por lo vivido. ¿Que qué espero de la vida? Ya te he dicho que nada -reflexiona durante un segundo-. Bueno, sí, vivir lo mejor que pueda lo que me quede por vivir. Y cuando me muera, pues sí que habré hecho una cosa buena: donar mis órganos para que la Ciencia estudie con ellos. Es una de las formas de pagar a la vida por lo que me ha dado, que ha sido mucho. Y lo de donar órganos no es porque lo haya pensado ahora, ¡qué va! Soy donante de órganos desde 1983, ¡que ya ha llovido!, tanto como 41 años, más de la mitad de los que he vivido. Por eso, ahora solo me queda esperar. Para ello, tengo amigos y una perra... Por tanto, ¿qué más puedo pedir? Como digo, tengo amigos aquí y en Asturias, como pude comprobar hace unos meses, cuando fui a dónde nací, encontrándome con mucha gente que me recordaba, mucha gente con la que jugaba cuando éramos niños. Gente que me invitó a comer y a cenar, rememorando viejos tiempos... Por eso, ¿qué más puedo pedir? Nada. Solo desear lo mejor a todos, cosa que haré hoy, cuando almuerce. Levantaré la copa y diré: va por vosotros, amigos». Pues nosotros te diremos, ¡que sea por muchos años más!