El próximo 10 de noviembre, Gabriel Lucas viajará a Belgrado para representar a España en el Campeonato del Mejor Sumiller de Europa.

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La perseverancia acostumbra a dar sus frutos, y el sumiller mallorquín Gabriel Lucas Dimmock (Palma, 1983) está de enhorabuena. Este apasionado del vino, profesional desde hace una década, ha logrado la novena posición en la lista de los cien mejores sumilleres de España, en la primera edición de Top 100 Sommeliers España. «Quedar entre los diez primeros es todo un logro. Reconoce a sumilleres en activo en sala y valora las titulaciones formativas, las competiciones ganadas o la experiencia de servicio en restaurantes Michelin», explica Lucas, que en la actualidad trabaja como embajador de vinos, o wine ambassador, en el restaurante de alta cocina Marc Fosh, en el Hotel Convent de la Missió de Palma. El próximo 10 de noviembre, Gabriel Lucas representará a España en el Campeonato del Mejor Sumiller de Europa, celebrado en la capital de Serbia, Belgrado.

«En Marc Fosh estamos creando un mensaje líquido. Trabajamos desde la formación del equipo hasta la creación de una carta de vinos más inmersiva en nuestro entorno, que defienda el Mediterráneo y se centre en el producto local. Creamos maridajes entorno a vinos mediterráneos: el cliente viene a la Isla buscando conocer la experiencia mediterránea», afirma Lucas que, además de encontrarse entre los diez mejores sumilleres del país, ha logrado recientemente el Diploma Gold ASI (Association de la Sommellerie Internationale), que evalúa la profundidad y el dominio del conocimiento en los temas clásicos y tradicionales, además de tomar en consideración la capacidad de reacción, la aplicación de técnicas de servicio, la actitud, la personalidad y el estilo del candidato. Es el primer balear que consigue la insignia dorada.

La historia de Gabriel es la de alguien que supo reinventarse y, sobre todo, escuchar. Con 23 años trabajaba como azafato de avión de Spanair. Tras el accidente del vuelo 5022 entre Madrid-Barajas y Gran Canaria, en el 20 de agosto de 2008, la empresa quebró y Gabriel se quedó sin trabajo. Montó un restaurante y, en sus visitas habituales, un comercial de las Bodegas Raventós i Blanc, Jaume Tauler, solía insistirle: «Tú tienes cara de sumiller». Y así fue; dejó la hostelería y se dedicó por completo a la sumillería. «Hemos pasado de un país que consumía vino local, económico y a volumen, a un lugar abierto a conocer vinos internacionales, de pequeños productores, zonas vinícolas nuevas… España está en un momento dulce, produciendo vinos de gran calidad, y exportando de buena manera. Para mí es el momento de abrir otra puerta, de defender nuestro producto y nuestra forma de vivir», concluye el sumiller.