Jeannine llegó a vestir a más de 40 parejas de novios al mes en su tienda. | Click

TW
1

El otro día nos encontramos a Jeannine Coll Spennato junto con su hija Isabel y dos amigas de esta, Carmen Ripoll y María Marí, en la terraza de Glück en el Paseo de Mallorca. «Hemos venido a la inauguración, a apoyar a las personas que lo llevan, buena gente como veréis. También estamos aquí por nostalgia ya que donde ahora está Glück, estuvo hace bastantes años, en 1969 si mal no recuerdo, mi segundo negocio Pronuptia de París, en el que vestía a novios y novias, acompañantes, hasta niños, para bodas. Fue un éxito, ¿sabéis? Era la primera tienda de Palma que hacía prêt-à-porter nupcial. Había meses en los que llegué a celebrar 40 bodas, y al decir celebrar me refiero a vestir a novios, acompañantes y pequeños. Y años después, tras la muerte de Franco, la democracia aprobó los divorcios y las celebraciones matrimoniales laicas, por lo que la cifra de ceremonias a la semana aumentó considerablemente. Recuerdo que algunas de las que por entonces se casaron civilmente, a los pocos años estaban divorciadas; incluso algunas de ellas, tiempo después, pasaban por la tienda a buscar otro traje de novia porque se volvían a casar».

Huyó de Argelia embarazada

Jeannine, que ha superado los 80 años, nació en Argelia: «La ascendencia por parte de mi padre era menorquina, aunque también tengo raíces italianas, de Iscia, y también alsaciana». Su padre era un famoso y reconocido fotógrafo, pero cuando llegó la guerra de la independencia argelina, que fueron ocho años muy difíciles para ambas partes, como pied noirs y extranjeros que eran no les quedó más remedio que salir del país e instalarse en Mallorca.

«Llegamos con lo puesto, sin un céntimo, con una mano delante y otra detrás, yo embarazada de 9 meses, por lo que tuve que ingeniármelas para conseguir un falso certificado con el que poder coger el avión. Llegué a Palma el 27 de julio de 1963 y días después, el 13 de agosto, nació mi primer hijo. Luego vino Isabel y, por último, Patrick. El tener que venirnos tan apresuradamente nos obligó a dejar en Argel muchas cosas. En realidad dejamos prácticamente todo y enterrados a nuestros antepasados, entre ellos a mi bisabuela paterna, quién en 1888, estando embarazada de nueve meses, fue degollada por los argelinos… No por ello estoy en contra de este pueblo, puesto que en cada uno hay gente buena y gente mala. Y yo estoy en contra de estos últimos. ¡Ah!, y al enterarnos de que los cementerios católicos de Argelia iban a ser abandonados y profanados, regresé al país en 2006 para sacar los restos mortales de mi bisabuela, los que enterré en un cementerio católico de la capital donde había sido enterrado mi abuelo paterno».

Coll quiso fotografiarse con los que llevan desde el sábado Glück.

Gente importante

Volviendo a la Mallorca en la que ella y los suyos rehicieron sus vidas, nos cuenta que Pronuptia de París –con un corazón sustituyendo a la o–, que es donde ahora está Glück y en cuya terraza estamos rememorando viejos tiempos, no fue el primer negocio que abrió. «El primero fue Prenatal, que abrí en Jaume III, cerca de la antigua fábrica de cerveza La Rosa Blanca. Entre mis clientes había gente muy importante, y entre ellos estaba la por entonces princesa Sofía, que venía a la tienda con sus hijos Felipe, que era un niño, al igual que sus hermanas Elena y Cristina. A veces les acompañaba su cuñada Pilar, hermana del por entonces príncipe Juan Carlos, que estaba embarazada. Me llamó la atención que entre ellos hablaban inglés».

«Hoy no sería posible»

Recuerda también que para abrir Prenatal, en lo que fue una tienda de un señor apellidado Segarra, tuvo que pedir 400.000 pesetas a su suegro, «que se las devolví hasta el último céntimo. Las otras tiendas las fui abriendo con créditos del banco, que iba devolviendo dentro de los plazos previstos. ¡Eran otros tiempos! Con eso quiero decir que hoy, lo que hice entonces, no se puede hacer. Primero, porque el banco no te da tanto dinero, y segundo, porque por mucho que vendas, los impuestos que como autónomo tienes que pagar, además de los sueldos de los empleados y otros gastos, no te permiten vivir y devolver el dinero con los correspondientes intereses dentro de los plazos acordados».
Recuerda también que entre sus clientes en la tienda de novias tenía a mucha gente muy conocida de Palma, de la alta sociedad, así como artistas, entre ellos, Sara Montiel. «Su vestido de novia se lo hicimos en Pronuptia de París, otra de mis tiendas, que posteriormente alquilaría a Airtel, ahora Vodafone. Sara venía y se probaba el vestido con un collar de esmeraldas, y como no quería que la viera nadie, me decía que cerrara la puerta».

Sus otras cuatro facetas

Jeannine, además de empresaria –porque además de las citadas, tuvo otras dos tiendas: Filles et Garçons y Janin Novias–, a lo largo de sus años ha desarrollado cuatro facetas más: madre, soprano, pintora y bisabuela.

Su faceta de madre la alternó con el trabajo en las tiendas; también fue soprano primera del Teatre Principal de Palma, donde ni se acuerda del número de óperas y zarzuelas en las que ha participado, «además de en algunas obras de teatro que se representaron en su escenario». Cuando se jubiló, le hicieron una gran fiesta, «regalándome un ramo de flores y un vaso muy bonito de Gordiola».

Desarrolló también su faceta de pintora especializada en rostros de mujer, algunos muy dulces, otros más sobrios y algunos trágicos. Y por último está desarrollando la de ser bisabuela, «que se me da muy bien. Y lo hago desde el día que nació mi bisnieto, cosa que sigo haciendo a día de hoy». De vez en cuando echa un vistazo a la fachada de Glück, donde estuvo uno de sus negocios, y recuerda las cosas que han pasado desde entonces a hoy, que no son pocas. Y la de recuerdos que guarda de aquellos tiempos, que son muchísimos. Sin embargo, ella sigue ahí, teniendo en mente escribir sus memorias. Y es que puede contar muchas cosas de un pasado reciente que vivió muy intensamente. Solo falta recordarlas, ordenarlas y ponerse a escribir.

Si lo hace, le auguramos que publicará un libro que la gente le quitará de las manos. Por eso desde aquí le mandamos ánimo a Jeannine, ¡ha llegado el momento de ponerse manos a la obra!