Una horda de cuarenta dimonis, de las colles Kinfumfà y Dimonis de Calvià Vila, celebraron este miércoles el correfoc del Coll d’en Rebassa, uno de los más ansiados del verano palmesano. | M. À. Cañellas -

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Cuando el sol desapareció por el horizonte de la bahía de Palma, se hizo la luz en la Platja del Penyó. Una horda de cuarenta dimonis, de las colles Kinfumfà y Dimonis de Calvià Vila, celebraron este miércoles el correfoc del Coll d’en Rebassa, uno de los más ansiados del verano palmesano. Como es habitual en este barrio costero, su gran fiesta de fuego y pirotecnia arrancó con un cercavila, que partió desde su casal de barri a las 20.45 horas, y animado por la batucada Trons de Tramuntana, que se estrenó este miércoles, recorrió sus principales calles.

A medida que avanzaban entre bares y edificios, iban recogiendo a numerosos vecinos por el camino. Acompañados por las satánicas criaturas, entre las que se hallaban los dimonions más jóvenes de las agrupaciones -la cantera que asegura un futuro infernal-, los presentes alcanzaron la conocida playa palmesana, cerca de Ciutat Jardí; algunos bajaron a la arena para participar en la fiesta, y otros ocuparon el muro que la bordea. Y, cerca de las 21.30 horas, con la batucada Kintrofà marcando el ritmo, comenzó el correfoc.

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En la arena apareció una misteriosa figura que andaba en busca de un objeto mágico, que abría un portal al averno -una antigua calavera decorativa de la clausurada sala Tunnel, adquirida y convertida en atrezzo de la colla Kinfumfà-; y una vez encontrada, fue arrastrada por los dimonis, que convirtieron la playa en un infierno. Bien equipados, con ropa larga y gafas protectoras, o cubiertos por un bañador y una toalla húmeda como capa, fueron muchos los que se sumaron a las mefistofélicas danzas bajo una lluvia de chispas y envueltos por el estival aroma de la pólvora quemada.