Repasamos los mejores puntos de la Isla para disfrutar de ‘la hora dorada’, una de las grandes obras de la naturaleza. | Pere Bota

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Si algo caracteriza a esta tierra de agua y almendros agitados por el viento es su variedad de puestas de sol. Nada supera la belleza que brota de un cielo se teñido de amarillo, naranja, rosa y rojo, uno de los trofeos más codiciados e ‘instagrameables’.

La Isla cuenta con numerosos rincones desde donde divisar una panorámica privilegiada del ocaso. El Mirador de sa Foradada, en pleno corazón de la costa de Tramuntana, es todo un clásico. Su elevada atalaya ofrece una caída de sol única, que se dibuja sobre un mar infinito. Además, hay con un chiringuito donde tomar una cerveza o un cóctel bien frío ante semejante espectáculo. Otro mirador en la Serra de Tramuntana es la solitaria Torre de ses Ànimes de Banyalbufar. Y otros más concurridos y rodeados de sofisticación, como las panorámicas que se disfrutan, ya en la capital, Palma, desde la terraza del museu Es Baluard. Su elevada posición arroja una vista espectacular sobre el Passeig Marítim e inmediaciones.

En un oasis de paz, la Montaña de Randa, su privilegiada posición –la más alta del Sur de la Isla– permite divisar una perspectiva del ocaso de una belleza hipnótica. Muy cerca está el célebre restaurante Es Racó de Randa, donde poder multiplicar la experiencia del crepúsculo escuchando música enlatada de fondo, con una copa en la mano.

El Mirador d’es Colomer es una visita imprescindible que alberga, para muchos, la mejor panorámica del ocaso: un hermoso atardecer acompañado de las impagables vistas del puerto de Pollença, su amplia bahía y, al fondo, la Serra de Tramuntana. Desde el Port de Sóller también se puede cómo el sol se esconde tras la Serra de Tramuntana, tiñendo de rojo el mar a sus pies. La Isla cuenta con infinidad de puntos para otear una puesta de sol inolvidable, pierdan unas horas en el municipio de Banyalbufar y no se arrepentirán.