Gómez trabaja desde hace casi 25 años en el área de mantenimiento del IB-Salut y afirma que su DeLorean es el «el único que hay en Mallorca de manera oficial. Hace unos años, un inglés tenía uno, pero se lo llevó a su país y luego hay unas malas lenguas que dicen, aunque yo no me lo creo, que hay uno que hace muchos años que no se usa en un rent a car de limusinas. No hay más, lo sabría».
La historia de uno de los coches más famosos del cine sería imposible de entender sin la figura de su creador, John Z. DeLorean. El coleccionista explica que «era el subdirector y jefe creativo de Pontiac, una marca de coches muy famosa en Estados Unidos. En 1973 dejó la compañía para fundar su propia empresa. Dos años más tarde hizo los primeros prototipos de lo que sería el coche que conocemos hoy pero no fue hasta 1981 cuando se construyó el primer ejemplar».
Gómez añade que «solo hay 9.080 unidades en todo el mundo y todas son anteriores a la película. Se fabricaron en Irlanda del Norte y el Gobierno británico subvencionó parte de los costes. Los primeros coches fueron un poco desastre porque los trabajadores no eran profesionales».
«Cuando ese año salió al mercado fue un coche totalmente revolucionario porque incorporaba muchas prestaciones que hoy nos parecen normales pero que en ese momento eran totalmente inusuales como asientos de cuero, aire acondicionado, cierre centralizado y la ventana automática. Era tan moderno que tú ahora ves el DeLorean y parece más un coche de la década de los 90 que de los 80. Al principio las ventas fueron bien pero poco a poco bajaron ya que era muy caro en comparación a otros modelos», explica el coleccionista.
Legado familiar
El coche forma parte de la historia del cine pero también de la historia de vida de Juan Antonio, ya que como él cuenta «lo mejor ha sido poder compartirlo con mi ahijado, que tiene 12 años. Cuando estoy con él me veo a mi mismo ya que yo a su edad ya lo quería. Encima, se parece físicamente a mí. Él vive en la Península y cuando viene siempre vamos a dar una vuelta. Siempre les dice a sus amigos ‘yo tengo un DeLorean’. De hecho, el DeLorean no es mío, es suyo (ríe)».
Juan Antonio remata la importancia de algo más que un automóvil «ha sido el coche de mi vida y de mis sueños. Como dijo John DeLorean, ‘conducir un DeLorean no se trata de velocidad, se trata de estilo’».