Joan Carles Salom, biólogo y especialista en Micología. | F.F.

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Buscar setas y degustarlas se ha convertido en una tradición que pasa de padres a hijos en Mallorca y en el resto de islas. Un aprendizaje que lleva consigo saber distinguir cuáles son aptas para el consumo humano, las diferentes especies o incluso saber cuándo, dónde y cómo recolectar estos frutos que emergen de la tierra y pueblan zonas boscosas de Baleares. Las primeras citas en el campo de la micología (la rama de la biología que se dedica al estudio de los hongos) se remontan a 1814, pero en 1536 ya existen noticias sobre 'esclata-sangs' en Sóller, refiriendo un robo entre dos vecinos de la localidad.

Recientemente, el trabajo de José Leonardo Siquier y Joan Carles Salom al frente del 'Catálogo de Hongos y Miximicetos de las Islas Baleares', obra de referencia que recoge todas las citas desde 1812 y hasta 2012, pero que se ha actualizado recientemente hasta la actualidad (finales de 2022) en la Revista Catalana de Micología, con la colaboración de Jaume Llistosella.

El recuento eleva en el presente hasta 2.359 el total de especies existentes y catalogadas en Baleares; de ellas, 1.892 están en Mallorca, 932 en Menorca, 564 en Ibiza, 211 en Formentera y 146 en Cabrera. Llama la atención, para Joan Carles Salom, uno de los autores del catálogo balear y experto con gran reputación en la materia, «que entre finales de 2022 y el presente se han citado en las islas hasta 63 especies», refiere el biólogo y especialista en Micología, «una afición en la que llevo casi 30 años», apunta, llegando allí de la mano de Enric Descals, José L. Siquier y Carles Constantino.

Ejemplares de 'Conocybe parapilosella'. Foto: Joan Carles Salom
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Tanto Salom como José L. Siquier, Juan Planas y Ángel Pintos, micólogos reconocidos también en la islas, junto con otros autores nacionales y internacionales han llegado a descubrir nuevas especies para la ciencia en Baleares, «en torno a una quincena». Clitopilus balearicus, Conocybe parapilosella, Cortinarius ortegae, Stigmatodiscus labiatus, Leucoagaricus viridariorum, Ossicaulis salomii -dedicada a Joan Carles Salom- o Phaeomarasmius siquieri -con dedicatoria para Siquier- son algunas de ellas.

Salom explica que para identificar las setas u hongos «tenemos los caracteres macroscópicos y los microscópicos; recientemente, se usa la biología molecular, con secuencias de ADN. Todo esto nos permite identificar esas nuevas especies». Además, asegura que existen varias vías comunes para llegar a la Micología, «como puede ser la tradicional o familiar, yendo a buscar setas, primero para comerlas para después iniciarse en su estudio», señala.

Ejemplares de la 'Revista Catalana de Micología' y el 'Catálogo de Hongos y Mixomicetos de las Islas Baleares'.

Los más experimentados saben que se debe respetar el entorno y el medio ambiente «con el fin de evitar lo que muchas veces nos encontramos: bosques destrozados. Además, obstaculizan la investigación porque arrancan mal y sin saber especies que pueden ser nuevas o potenciales de investigación».

Pese a la ingente cantidad de especies catalogadas, los micólogos siguen recorriendo los bosques de las islas a la búsqueda de agrandar esa lista y disfrutar de una afición que, con conocimento, puede resultar un placer para los sentidos. Además, lanza una advertencia al encontrarse un porcentaje alto de especies tóxicas en Baleares, de las que una veintena pueden ser potencialmente mortíferas. Motivo como para ser prudentes.