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Un ciudadano se enfrenta a una petición de cárcel de 8,5 años –una de las más altas que se recuerdan– por intentar matar a un médico en una clínica de Palma. El doctor le había llamado la atención porque estaba grabando con su teléfono móvil en la consulta y al paciente no le sentó bien la amonestación y lo atacó por la espalda con unas tijeras quirúrgicas, que afortunadamente tenían una punta de seguridad. Lo grave del caso, al margen de las siniestras intenciones del agresor, es que los ataques a médicos, enfermeros y sanitarios se suceden con demasiada frecuencia y se han disparado en los últimos tiempos en Balears. En este sentido, el año pasado el Govern anunció que habría vigilantes de seguridad en algunos centros de salud, para garantizar el orden y correcto funcionamiento.

Cuarta comunidad en agresiones.

De hecho, somos la cuarta comunidad con más agresiones a enfermeras durante el año pasado, lo que da una idea de la dimensión del problema. La presión asistencial es brutal y el déficit crónico de profesionales añade un apremio a un gremio ya de por sí tensionado. No obstante, los sanitarios no son los responsables en las demoras hospitalarias y de los fallos en el sistema de salud, por lo que es injusto la situación que están atravesando. Las vejaciones e insultos a estos profesionales se suceden con demasiada frecuencia, cuando no las agresiones físicas o las amenazas de muerte. Es una dinámica que tiene que erradicarse.

Medidas excepcionales.

El Consejo General de Enfermería, en colaboración con la Policía Nacional, ha elaborado un plan integral para prevenir estas agresiones verbales y físicas a los sanitarios. En cualquier caso, parece que la medida no es suficiente, porque los incidentes en los centros de salud continúan a un ritmo imparable. Así pues, solo queda que la Justicia resuelva con la máxima dureza que permita la ley los casos acreditados de agresiones a sanitarios y médicos que llegan a juicio en Mallorca.