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La Guardia Civil ha detenido al encargado de un bar de s'Illot por la supuesta violación de una turista inglesa de 19 años de edad, que además se produjo cuando los dos amigos del acusado miraban y no prestaban auxilio a la víctima. Es el último caso conocido de la violencia sexual en Mallorca y probablemente no será el último. De un tiempo a esta parte las agresiones se suceden noche tras noche, sin la que la Policía Nacional o la Guardia Civil puedan atajar esta dinámica, a pesar de todos los esfuerzos que realizan con sus medios limitados. La violencia contra la mujer es absolutamente intolerable y las autoridades deberían revisar los protocolos de seguridad para garantizar su seguridad. No es de recibo que en las zonas de ocio nocturno y sus alrededores exista siempre el riesgo de que algún desaprensivo asalte a una víctima que va en busca de su coche o está esperando un taxi.

Más plantilla.

Una buena parte de las mujeres atacadas son turistas, la mayoría jóvenes, que han estado de copas en locales y discotecas de Mallorca. La imagen para el turismo es pésima, porque uno de los puntos fuertes que más valoran los veraneantes de la Isla es su seguridad. En realidad, este inquietante aumento de los delitos sexuales se podría rebajar con una mayor presencia policial, pero las plantillas están muy tensionadas y hay algunas zonas de Mallorca que por las noches tienen solo un coche patrulla para vigilar zonas enormes.

Condenas duras.

Con todo, la labor policial no será suficiente si no va acompañada de una contundencia judicial, en forma de sentencias ejemplares. Los delincuentes deben entender que la violencia sexual es uno de los delitos más graves que se pueden cometer y que las consecuencias para ellos serán condenas devastadoras.