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Un conductor de 29 años ha sido condenado por un juzgado de Palma a dos años de cárcel por el atropello y posterior fuga de un ciclista de 17 años en Alaró y que falleció días después en el hospital de Son Espases, debido a las lesiones críticas que sufrió. El joven no ingresará en prisión tras el acuerdo de conformidad al que han llegado las partes. El conductor circulaba a una velocidad muy elevada en un tramo de curvas y el impacto fue tan brutal que el ciclista salió despedido setenta metros. Además, cuando fue detenido días después, dio positivo en cocaína y cannabis, pero no se pudo demostrar durante el juicio que en el momento de la conducción se encontrara bajo los efectos de las sustancias estupefacientes. Tras su arresto, quedó en libertad y se le retiró el carnet de conducir como medida cautelar. El menor fallecido en octubre de 2021 era muy conocido y apreciado, y su muerte causó una honda consternación.

Condenas insuficientes.

No es la primera vez que un accidente de estas características, en el que el conductor se da a la fuga dejando malherido al atropellado y después da positivo en el test de drogas, se salda con penas que, sin género de dudas, pueden ser calificadas de no ejemplares. En la cárcel de Palma, en los últimos años, se ha multiplicado el número de reclusos que ingresan por delitos relacionados con el tráfico, pero aún así la sociedad percibe cierta falta de contundencia a la hora de castigar estos comportamientos.

Desprecio por la vida.

De hecho, cada vez es más habitual toparse con conductores que circulan a una velocidad temeraria o escribiendo WhatsApps al volante, por citar dos ejemplos de imprudencias graves, en una clara muestra de desprecio por la vida propia y por la ajena. Sólo con multas severas y con unas condenas judiciales duras se puede erradicar esta lacra que cada año destroza la vida de numerosas familias en Balears.