A cambio de unos 30 de millones de euros al año, la Supercopa de España se disputa desde 2000 en Arabia Saudí. Fue durante la presidencia del denostado Luis Rubiales cuando la RFEF decidió subastar el torneo y venderlo al mejor postor. La decisión generó una gran controversia, entre otras cosas, porque trasladar la competición aun país de Asia occidental imposibilita la presencia masiva de los aficionados y también porque en el Reino Saudí se vulneran de forma sistemática los derechos humanos y la discriminación hacia la mujer es una evidencia.
El reparto económico.
La RFEF aprovechó la tesitura para introducir un nuevo formato –cuatro equipos– y vender su decisión como una excelente oportunidad para llevar la marca del fútbol español por el resto del mundo. ‘Una fiesta del fútbol’, rezaba el lema que se utilizó en aquel momento. La Federación encontró con rapidez la complicidad de los clubes, especialmente del Real Madrid y el FC Barcelona, los dos equipos más beneficiados en el reparto económico, si bienes cierto que también son el principal atractivo para el régimen saudí, que utiliza este tipo de eventos para intentar blanquear su historial de abusos.
El negocio de la RFEF.
El Mallorca desde ayer se encuentra en Yeda, la segunda ciudad más grande de Arabia Saudí(después de la capital Riad), y que este año alberga la competición. El club balear se medirá el jueves al Real Madrid en la segunda eliminatoria de esta Supercopa y recibirá 850.000euros por su participación, una cantidad muy por debajo de los 6 millones que perciben Barça o el conjunto blanco. La posibilidad de compartir cartel con los ‘grandes’ ha ilusionado a los aficionados bermellones, que también tienen muy claro que este torneo se ha convertido en un negocio para la RFEF, varios comisionistas y los dos equipos de siempre.