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Dice Fabián Casas , uno de mis escritores favoritos, que el problema de la izquierda o, mejor dicho, el problema de los escritores de izquierda es que tienden a ser muy pedagógicos, sobreexplican demasiado las cosas, sermonean que da gusto. Según Casas, a los escritores de derecha todo ese rollo pedagógico les interesa menos, lo que les confiere más libertad a la hora de crear. Digamos que eso de arreglar el mundo no les preocupa en exceso, les da un poco igual que les tomen por degenerados o insensibles.

Habría que ver qué entiende Casas por ser de izquierdas o de derechas, pero, en todo caso, sí diría que algo de eso existe. En el taller de escritura que coordino, los alumnos con más ganas de explicar qué está bien y qué está mal suelen ser los más zurdos, si bien, como es natural, hay excepciones.

Como el taller no es de política, sino de escritura creativa, yo les digo que no traten de venderme nada o, mejor dicho, que traten de venderme su idea del mundo sin que yo lo note. Que me cuelen su pensamiento mientras me cuentan una historia entretenida. Que no me sermoneen. Que me la metan doblada.