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Sería grotesco que los anticlericales más se alegrasen por el déficit de asistentes a misa que por déficit de conciencia social. Los anticlericales dicen que no quieren caridad, sino solidaridad, el hecho es que muchos no reciben ninguna de las dos. Se pretendió sustituir hermano por camarada, comunidad por sociedad, prójimo por ciudadano: puro entretenimiento lingüístico. La gran lástima de la descristianización de España no es la pérdida de la misa (que no es pérdida pequeña), es la pérdida mastodóntica del prójimo. La ley cristiana del amor al prójimo no ha sido sustituida por la ley del comunitarismo, sino por la ley del individualismo.

Dijo el poeta que un día había visto a Dios llorando. Estoy por adivinar que no lloraba porque los habitantes de su creación se habían olvidado de Él, sino porque estos habitantes se habían olvidado de sus cohabitantes. Ha sido anunciado que el Juez final de la historia no preguntará por si se le ha venerado, sino por si ha vestido o no al desnudo, visitado o no al enfermo, compartido o no con el hambriento. Y escrito está que el Juez de ultimísima instancia que dictará sentencia no preguntará sobre la ley del templo sino sobre la ley del prójimo.