Es impresionante la naturalidad con la que en determinadas ocasiones desde la UE se adoptan medidas de castigo contra organizaciones y personas que llevan mucho tiempo contribuyendo al desorden internacional. Lo que realmente me choca no es la adopción en sí de disposiciones coercitivas, ni el alcance de las mismas, sino el que en la mayoría de casos no se hubieran adoptado con anterioridad, y que no se lleven a cabo serias reflexiones de autocrítica por ello. Me voy a referir a las sanciones impuestas por la UE al denominado Grupo Wagner. Una red, más que presumiblemente vinculada al Kermlin, cuyo empeño en intervenir y desestabilizar la situación en países como Ucrania, Siria, Libia o República Centroafricana, ha desembocado en graves violaciones de todo derecho.
¿Grupo Wagner?
Palma18/12/21 3:59
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