Ni siquiera es preciso que se encuentren en el infinito, y no antes o después. ¡Ah, la paralela no euclidiana de Euclides! Esto no ocurre con otros genios cuyo nombre se convierte en adjetivo, como Kafka o Dante. No se conoce nada que pueda ser simultáneamente kafkiano pero no kafkiano, ni siquiera existe ese concepto, ni el de lo no dantesco. Y ahí tenemos todavía al bueno de Euclides, con las aportaciones de Gauss, Riemann y el espacio-tiempo curvo de Einstein, dando su nombre a casi todo lo que negaba. Geometría hiperbólica, se llama. Y no vean lo que puede hacer la paralela de Euclides si, además de curvarse el espacio y el tiempo por efectos de la gravedad, creando oquedades y grumos, se multiplican además las dimensiones.
De todo, puede hacer de todo. Ni su padre la reconocería, al ser una paralela nada euclidiana. Como el mundo en general, que también es no euclidiano, y de ahí que entre la cosa y lo opuesto a la cosa la diferencia sea a veces imperceptible, aunque abismal, y todos los discursos hiperbólicos. Los que se pasman de que la política ya sea no política, las ideas no ideas y las líneas rectas sinuosas, deberían estudiar geometría elemental. Observar cómo ha cambiado con el tiempo la paralela de Euclides. No sólo entenderán lo que dice el Gobierno, sino lo que no dice. Y lo más importante, porqué casi todos los argumentos (los relatos), sirven igual para lo uno y lo contrario. Geometría variable, en fin. Flácida. La paralela de Euclides, que pasa por donde quiere (científicamente), y no tiene porqué ser paralela.
1 comentario
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Me ha gustado el articulo. Inteligente, culto y sutil.