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La actual situación que ahora se nos presenta está mejorando sustancialmente, viendo aflojar virulencia al bicho, a tenor de la disminución de contagios, y descenso en la ocupación de camas hospitalarias. Buena señal para la humanidad ¡esperemos! siempre y cuando las personas de todos los países del mundo cumplan formalmente el resto de las normativas, en pronta desaparición, aunque siempre seguimos con el peligro de la reaparición de una nueva cepa. Mucho cuidado, en caso de juntarse demasiada gente que pudiera tener COVID sin saberlo, pudiendo contagiar al desinhibido, creyendo la pandemia desaparecida del todo y que equivocadamente podrían infectar al grupo de amigos, conocidos y desconocidos

La sensatez y la prudencia son los mejores remedios para evitar caer en la dichosa pandemia una vez más. No es broma. Ahora ya hemos experimentado un montón de causas que todavía, a día de hoy, pueden acarrear una séptima u octava ola. Comenzar a partir desde el principio, que nos ha tenido varados en casa, envueltos con mascarillas, restringidas las visitas de parientes y amigos, sin poder juntarnos por el miedo a la repetición de la tragedia que ha afectado a muchos, sin remedio.
Este mundo nuestro está desbocado, sin freno ni razón alguna, dado que hoy vivimos mejor que nunca, aun así, la gente no escucha, ni cree en otra cosa que en sí mismo, en vez de seguir al maestro con humildad y tesón, camino que nos acerca al saber: escuchar, acompañar, guardar distancia, y no el desmadre, como bien señaló Michel de Montaigne.

Convendría seguir al que sabe, enseña y de quien aprendemos diariamente, juntos, acompañándole en su camino, con el respeto edificante. Una cultura es sabia en la medida que es capaz de escuchar y corregir sus propios errores. Quienes esto asumen son aptos para salir de la ignorancia. Por suerte los maestros no son del pasado, ciertamente, y no deben presumir solo de la memoria del pasado. También hoy estudian, investigan y lo demuestran, desbrozando la tierra que pisamos, y siguen en pie, como antes, pero desde ahora mil veces superiores. En los años 50, con el ímpetu de la Escuela de Viena, floreció la creación de un nuevo lenguaje musical, pese al espíritu desolado que lo invadió todo tras la Segunda Guerra Mundial. Se debe avanzar, escuchando, creyendo… y trabajando mucho, sin perder tiempo, avanzando hacia el progreso exponencial en favor de los ignorantes sin culpa.