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Conforme vas escribiendo, las letras se van borrando. Me refiero a las letras del teclado, porque en el abecedario, naturalmente, siguen existiendo. Si se escribe a mano, con lápiz o bolígrafo, parece que duran más, siglos incluso, pero como entonces hace falta papel, que es un elemento muy volátil, a menudo desaparecen más rápido todavía. A mi viejo portátil no le queda ni una letra, ni un signo ortográfico, sólo manchas oscuras como si hubiera caído la noche sobre las teclas. Lo uso igual, me las sé de memoria, aunque tal vez ese fenómeno afecte al estilo literario, que se vuelve cada vez más tenebroso, y las erratas siguen una pauta oscura que no he podido descifrar. Tal vez lo logre con el nuevo portátil, que en apenas un par de años, ya empieza a borrarse.

Como ahora estoy avisado y atento, tomo nota de los manchurrones a fin de estudiar la inutilidad y fugacidad de la escritura, y cómo se borran las letras, una a una o en grupos. El drama del letrado. La primera en emborronarse, ya lo esperaba, fue la e, cuya tecla está tan desgastada como si la hubiese roído una rata, y en lugar de blanca es un vacío negro y fantasmal. Hay que ver la cantidad de es que tiene el castellano; no puedes dar un paso sin pulsarla. Y claro, cuanto más la tocas más rápido desaparece. A la erre de al lado ya sólo le queda el palito vertical, y las tres letras de debajo, la a, la ese y la de, están en vías de extinción, convertidas en negros manchurrones.

Menudo borrón. También la ce, en la línea inferior, luce una especie de boina mugrienta y empieza a disiparse Digamos que negros nubarrones se extienden a la izquierda del teclado, formando una especie de sombra oscura en expansión. Un espíritu maligno, quizá. Lo que significa que cuando escribo uso mucho más la mano izquierda que la derecha, porque la pe, la ele y la eñe están impolutas, se las ve de lejos, mientras que la tecla de las mayúsculas, al extremo izquierdo, es otra mancha. Este idioma está mal distribuido, porque si bien todas las letras se acaban borrando, y no hay nada más fútil que escribir, ese proceso empieza por la izquierda. Pronto tendré que redactar a ciegas, sólo con las manos. Al tacto, sin letras.