El primer día que dan las nueve y no ha oscurecido –y eso ocurrió la semana pasada– dejo lo que estoy haciendo; si me coge en un lugar cerrado salgo al exterior, miro a derecha e izquierda, adelante y atrás, oteo el cielo como buscando señales, cojo aire y me dejo empapar con el brillo de los días de luz del pasado y de los que sé que vendrán a partir de ese preciso instante. Porque sé que, cuando dan las nueve de la tarde y no ha oscurecido, llegan a Mallorca los días de luz que se inician a finales de mayo, son un festival de sensaciones visuales en junio (el Bloomsday les abre la puerta a la literatura cada 16 aunque no sea Dublín) y se prolongan hasta bien pasada la Noche de San Juan.
Nada hay comparable a esos días del año. Podría ser su momento inaugural y el que marca el camino a lo que vendrá después. Es posible que no todo lo que imaginas esos días, los que llevan al solsticio, se cumpla. Pero cualquier cosa que no hayas previsto a su paso será más difícil de concretarse. Es la época ideal para hacer planes con trazas de cumplirse. Por eso me emborrachan, por eso dejo que me atrapen cada año y los tomo como un caleidoscopio con imágenes del pasado, del presente y seguramente del futuro. Por eso espero, cada año, a esa primera señal, que llega cuando son las nueve de la tarde y de día. Sé que iluminarán todo junio y que se asomarán a julio, que es cuando me iré dando cuenta poco a poco de que los días se irán acortando y habrá empezado el camino inverso.
Por eso, si alguien me pregunta (y también aunque no me pregunte) le invito a que se los haga suyos, a que les ponga su música favorita y a que sea su sinfonía para el resto del año. Son los días donde todo es posible, momento inaugural más que el 1 de enero. Aunque, como en este 2022, alguno de esos días llueva a cántaros. El premio es que, pasada la lluvia, se queda el olor a tierra mojada. Y el brillo de la luz.
1 comentario
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No quizás con la poesía que describe, pero también es mi caso que disfruto de estos anocheceres tardes. Además, este artículo en una columna de especialista en política, es una brisa de aire fresco que me alienta a escribirle....... Bien....