Han pasado 40 años desde que España ingresó en la OTAN. Y unos pocos menos, eso sucedió en 1986, del referéndum aquel que iba a convocar el PSOE como «de entrada, no» y que cuando se concretó ya era «en interés de España, sí». No sé yo con qué gente me relacionada entonces (bueno, sí lo sé, es un comentario retórico; o falso, ya está bien de tanta retórica); no sé con quién me relacionaba entonces, repito, pero creo que no conocía a nadie que pensara votar que sí. Por eso andaba convencido, hasta que terminó el conteo, de que saldría el no. Supongo, así desde la distancia, que el referéndum de la OTAN fue una de esas banderas rotas que –al decir de Labordeta– he ido poniendo sobre mi mesa con el paso del tiempo. Aunque debería hacer un poco más de memoria, igual fue mi última bandera rota, de esas que, según la letra de su canción, definen «la lluvia y la ventolera de nuestra dura derrota».
Los pedazos de mis banderas rotas
Palma03/06/22 3:59
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