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Parece ser que la idea proviene del alemán, pero la expresión que encabeza este escrito parece traducida de la inglesa To throw out the baby with the bath water. Los traductores al castellano fluctúan entre los términos lanzar y tirar, bebé y niño, baño y bañera. Sin embargo, el significado siempre es el mismo y se refiere a la persona que, por alocada prisa o abultada torpeza, pierde algo que contiene mucho valor al desprenderse de algo de poco valor. Eso: con intención de arrojar líquido (agua), arroja al hijo (bebé).

Tiempo es el nuestro de desprendernos de cosas y llenar contenedores, y eso es bueno si lo que echamos no sirve, pero sería horrible echar al abuelo, dejado ahí por inútil. Aceptable es la moda de pasearse sin sombrero, pero hubiera resultado espantoso haber liquidado la cabeza que lo sostenía. Desafortunado fue que el modernismo derribara nuestras murallas, afortunadamente no derribó nuestra Catedral.

Las parejas que hoy se juntan pueden echar a perder su fiesta de boda, pero cuiden de que no se les escurra el amor. Al niño se le puede dejar sin una actividad extraescolar más, pero no sin tiempo para jugar. El negro espiritual de los esclavos americanos lo suplicaba así en su canción: «Llévense todo, pero déjenme a Jesús». Es preciso distinguir entre paja innecesaria y trigo indispensable.