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Las elecciones provocan un prurito en la clase política que les lleva a alcanzar el clímax de la excitación con cada una de sus iniciativas, las cuales se acumulan de manera desordenada. Es inevitable, piensa que tras cada uno de sus proyectos se esconde su segura victoria en los próximos comicios. En esta ocasión, con la vista puesta en el día 28 del próximo mes de mayo, tampoco será una excepción.

Con la asistencia pertinente de autoridades se presentó la puesta en marcha de las obras para la reforma del Passeig Marítim palmesano, balcón ciudadano al litoral portuario y, también, arteria principal de la red viaria de la ciudad. Como proclama el dicho de que el paper tot ho aguanta la cosa va de ampliación de las aceras, siembra de árboles, carriles para bicicletas y otros artefactos y, por supuesto, reducción de carriles para la circulación y supresión de aparcamientos. Todo muy bonito, pero, ¿por dónde se piensa desviar el tráfico? ¿Por la calle de Joan Miró? Imposible. ¿La vía de cintura? Eso parece. Estamos, pues, ante el ya definitivo colapso de la ronda de Palma con el beneplácito de la presidenta del Consell mallorquín, Catalina Cladera, y su responsable de Carreteres, Iván Sevillano.

Les recuerdo que la pacificación circulatoria del Passeig Marítim ha estado siempre aparejada a la ejecución de un proyecto previo: el desvío del tráfico, incluso mediante un paso subterráneo bajo el mar. ¿Se sabe algo de todo ello? ¿Alguien se lo ha mirado? Será que en tiempo electoral todo vale y que el problema se resolverá, o no, en las próximas tres décadas. Mientras ármense de paciencia.

Otro despropósito que se avecina es el de la remodelación de la plaza de España, también de Palma, puerta principal de acceso a la ciudad desde el nudo de la Estació Intermodal. El Ajuntament de Palma, al frente del cual figura el alcalde José Hila, amenaza con tener levantado este enclave principal durante ¡dieciocho meses! Un plazo de ejecución tan dilatado sólo se justificaría si se pretende instalar un mosaico gigante, aunque no parece que vaya a ser el caso. La incompetencia municipal va camino de hacerse otro monumento con estas céntricas obras, aunque el principal ya está en las abandonadas galerías subterráneas de la Plaça Major.

Tanto en el Passeig Marítim como en la plaza de España no tardarán en hacerse públicas las quejas de vecinos y comerciantes, un clásico que en esta ocasión me temo que estarán más justificadas que nunca. Al tiempo.

La venta de humo

El vicepresidente del Govern, Juan Pedro Yllanes, saca de nuevo a colación la imposible prohibición de la venta de inmuebles a extranjeros; otro de estos temas recurrentes que tanto gustan a determinados sectores de la progresía. Ahora le ha tocado el turno a Unidas Podemos, obligada a salir al ruedo tras Més per Mallorca y su coto a la construcción en suelo rústico. Yllanes sabe que el tratado de adhesión a la UE que firmó España hace inviable su deseo y los ecosoberanistas han levantado en armas a los ayuntamientos. Venden humo.