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La Comisión Europea se muestra en sus últimas previsiones algo más optimista. Cree que la economía española crecerá este año un 1,4 % frente al 1 % anterior, mientras que mantiene para 2024 un aumento del PIB del 2 %. También mejora sus estimaciones de inflación que seguirá subiendo, aunque de forma más suave. Aún así, este año los precios subirán un 4,4 % y un 2,3 % el año próximo. Sin embargo, hay un pero no menor. Bruselas advierte de que el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito por la subida de los intereses puede dañar a empresas y hogares y debilitar la producción y la creación de empleo.

Podríamos escapar de la recesión en Europa, España quizás pueda a final de año recuperar, por fin, los niveles anteriores a la pandemia. En todo caso, las previsiones de la UE son ahora las más optimistas. Habrá que ver cómo quedó realmente el cuarto trimestre de 2022, después de los comentarios del propio INE tras el adelanto publicado el pasado mes. Esta es la de arena, porque el mismo día Bruselas mandó también la de cal. Se acabó la laxitud en las reglas fiscales; llega a España, el próximo día 22, la misión encabezada por la responsable de cuentas del Parlamento Europeo para saber dónde está el dinero enviado de los fondos europeos.

Creen estos auditores que Bruselas no está siendo rigurosa con nuestro país en el cumplimiento de los hitos que se han comprometido para la obtención de los fondos. Uno de los más evidentes es la reforma del Sistema Público de Pensiones. Escrivá no acaba de pergeñar su plan. Se limita a lanzar globos sondas que no comparten patronal, sindicatos o los propios socios del Gobierno. De momento, se han subido cotizaciones a diestro y siniestro y la subida de las pensiones se ha ligado al IPC tensionando aún más unas cuentas ya deficitarias, pero ni rastro de subir la edad de jubilación o los años de cálculo de la pensión ni ninguna modificación sustancial que logre hacer sostenible el sistema.