TW
0

Primero denuncian que van a limitar la entrada de turistas a las Islas y luego acuden a Fitur a promocionar el turismo en Baleares. No hay quien los entienda. Nuestros políticos son espíritus contradictorios. Quiero creer que no son conscientes de ello y no se dan cuenta, porque si además son conscientes, entonces estaríamos ante un problema muy grave.

Una de las últimas perlas del Ejecutivo balear tiene que ver con los límites que la presidenta Armengol y el conseller de Modelo Económico y Turismo, Negueruela, quieren imponer sobre el mercado inmobiliario. Son unos límites que dejan en sus manos o en manos de una legislación adaptada la decisión de a quién podemos o no podemos vender nuestras propiedades.

Se habrán dado cuenta de que la prohibición que traman está dirigida a ciudadanos no residentes –incluidos peninsulares–, que no podrán hacerse con una propiedad en Baleares. La prohibición no sólo afecta a los compradores –en desigualdad de oportunidades frente a los residentes–, sino que se dirige directamente a los vendedores.

Con la propuesta de nuestros lúcidos políticos, el mercado libre y la ley de la oferta y la demanda, se verían condicionados. Es un condicionamiento que haría que el propietario no pudiera vender su producto a quien quisiera o quisiese y al precio que le pareciera o pareciese. A mí, estos controles gubernamentales me dan mucho miedo porque terminan limitando la libertad al propietario local que es, en este caso, el primero que se vería afectado. Cada día estoy más convencido de que nuestros políticos viven en un mundo irreal y que su participación en la vida pública tiene otros objetivos. El gobierno es un ejercicio que se ha vuelto un poder en vez de un servicio. La diferencia entre el uso de poder y el abuso de poder está solo en dos letras.