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El relato lo marca todo y he fantaseado muchas veces con construir uno con la primera frase que oiga por la mañana al salir a la calle y encadenarla luego con las siguientes. Y, al fin, he salido esta mañana a la calle con esa intención. Y esto ha sido lo primero que he escuchado como parte de una conversación entre dos hombres: «...cuando llevaba el perro a la peluquería...». Ni he parado ni he querido conocer mayores datos. No he aclarado si quien había dicho esa frase fue el que llevaba el perro a la peluquería, si estaba detallando la historia de otra persona que llevó al perro a la peluquería ni, mucho menos, si llegó a la peluquería. Lo único que he hecho es apropiarme de la frase y meterla en la mochila. He subido con ella al autobús y he oído que un pasajero le preguntaba a otro: «¿Sabías que Lou Reed actuó en el Teatro Principal?».

Ahí sí, ahí no he tenido más remedio que seguir escuchando un rato más la conversación. Y he sabido –o recordado, pues sí lo sabía– que el concierto no gustó demasiado pues en lugar de interpretar sus canciones, Lou Reed apostó por algo experimental. También he cogido al vuelo la primera frase, no toda la conversación y le he hecho un hueco en la mochila. «Perdona, no quería nada, es que me ha salido tu nombre». Esa frase tan extraña la he oído nada más bajar del autobús, a través del teléfono móvil. Era de alguien que me había telefoneado sin querer hacerlo. También he metido su frase en la mochila. Luego he volcado esas frases sobre la mesa mientras tomaba un café. Con tal mala fortuna que todas han ido a caer sobre titulares de periódico, algunos con declaraciones entrecomilladas y otros dando cuenta de las intenciones de los diferentes partidos, tanto de cara a los pactos como de sus intenciones para las elecciones del 23 de julio. He querido guardarlo todo en la mochila y se me ha roto la cremallera de tanto abrir y cerrar.