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Google debe de haber detectado en Palma tres fenómenos particulares de estas fechas: primero, que el número de teléfonos móviles que se desplazan por la calle Palau Reial ha aumentado espectacularmente; segundo, el de los que pasan por Sindicato, al principio, ha bajado, y, tercero, en ciertos casos, la frecuencia con la que ciertos usuarios comprueban que el teléfono está funcionando correctamente se debe de haber disparado.

El aumento del tráfico por la calle Palau Reial no tiene nada que ver con el turismo, que ya se da por descontado. Tiene que ver con los miles de aspirantes a un cargo público que estos días intentan hacerse los encontradizos y pasean por delante de la sede del Partido Popular. «Ah, hola. Mira, ahora paseaba por aquí», contestan a cualquier persona, muy especialmente si es dirigente ‘popular', como quien no quiere la cosa. Porque, estos días, la gente de Marga Prohens busca ocupar cargos. Algunos ya tenían candidato, pero siempre queda aquella migaja –en política, las migajas son de cincuenta mil euros– para la que a nadie se le ocurre un nombre. Y ahí pasaba yo.

Esto es literalmente así. Me ocurrió a mí. Un director general me llamó urgente porque necesitaba un periodista para una empresa pública. Yo le contesté que me ponía en ello, dándole a entender la mentira de que siempre estoy sondeando el mercado. Al instante suena mi teléfono y era un amigo periodista que se había quedado sin trabajo. ¿Ven qué importante estos días es dejarse ver, hacerse el encontradizo, sonar? Incluso hasta escribir artículos en los periódicos, dar declaraciones, existir.

La segunda variación afecta a la sede socialista. Es tremendo: se pasa de acabar la batería del móvil en horas a que no suene en días. Cuando yo salí de Presidencia, recuerdo pedirle a mi mujer que me llamara porque creía que mi móvil no recibía llamadas. ¿Cómo se puede pasar de todo a nada en horas? Es así. Así que Sindicato, la sede socialista, se prepara para acumular polvo durante un tiempo.

Y después están los que creyeron entender que habría algo para ellos, que hicieron llegar el mensaje, pero a quienes nadie llama. En casa les llenan la cabeza: «¡Muévete, idiota!» «¿Y si es impertinente?» Precisamente ellos iban a ser la solución que necesitaba la derecha para poder gobernar de por vida y, sin embargo, estos advenedizos no se han dado cuenta. Hay que comprobar que el teléfono funciona, que no ha llegado un whatsapp no oído. Esta angustia durará poco, porque la subasta va a toda velocidad y en días ya se habrá acabado todo lo valioso.

Por eso, estos días, lo importante es «¡que te vean!» Te lo dice alguien que te quiere bien.