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Después de la exitosa y mediática ascensión a los altares de Yolanda Díaz, pareció que lo único que quedó claro es que la aspirante a presidenta prefirió directamente el abrazo cariñoso que le prodigó el presidente Pedro Sánchez, cediéndole un buen porcentaje de protagonismo durante la moción de censura de la ultraderecha. La aspirante de la coalición Sumar no quiere tutelas de Podemos.

No es casual que Yolanda, una y otra vez en su teledirigido sermón histórico, a pesar de llevar meses evitando o marginando descaradamente a Ione Belarra e Irene Montero, sus dos principales compañeras en el grupo minoritario del Gobierno de coalición, repitiera una y otra vez que era el momento de las mujeres. A ello hay que añadirle, entre otras, la desafortunada afirmación de algunos de sus principales asesores y consejeros de que no se necesitaba a Podemos para ser presidenta del Gobierno. Está claro que en Sumar no están todos los que son ni son todos los que están.

Los diseñadores de tamaño fracaso han servido en bandeja de oro a los grandes medios de difusión españoles –en sus editoriales, tribunas y columnas privilegiadas de opinión, entrevistas, debates–, que el enemigo principal a batir –aprovechando las divisiones internas, falta de análisis y de visión política de la izquierda–, una vez más a través de falsedades o medias verdades, es Podemos, especialmente de su máximo líder Pablo Iglesias. Para de esta y única forma, de manera consciente o inconscientemente irresponsable de buena parte (incluido Yolanda Díaz) de los diseñadores de Sumar, poder eliminar a corto o mediano plazo hasta su total desintegración a Podemos del mapa político español.

Mi pregunta es ¿por qué?, ¿Podemos y sus máximos líderes suscitan tanta animadversión, odio y pánico, a los grandes globalizados medios de comunicación que el único objetivos de estos es eliminar de la faz de la tierra a esta formación política?

Con estos datos en la mano, no hace falta tener un coeficiente intelectual supremo o poder realizar un análisis privilegiado, para llegar a la inequívoca conclusión del por qué.