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Quisiera comentar otros temas, pero hay demasiada política en el ambiente. La política de contienda siempre impera sobre la política de expectativa que últimamente predomina hasta que todo vuelva a su cauce. Nadie nos cuenta la verdad sobre esto que llamamos política ni tampoco su verdadero significado. Ahora que Nuccio Ordine no volverá con su sabiduría a Mallorca entiendo que esos grandes términos como son política, muerte, sociedad o pertenencia pueden ser totalmente distintos a lo que pensamos y modulamos. En estos días donde hemos dado un paso hacia adelante con la implantación de Uber hemos dado un retroceso con la reiteración de prohibiciones absurdas e innecesarias (tampoco me declaro enemigo de aquellas prohibiciones que tengan una clara justificación). No nadar desnudo donde se pueda o convenga es un sacrilegio al sentido común y a la libertad. No es un tema de ideologías, sino de entendimiento. Como bien dice un querido amigo que trabaja a menudo con la desnudez inerte –por su profesión de forense– «el nudismo es estar con uno mismo, no tiene nada que ver con estar desnudo; el sentido del nudismo es que te transforma, hace que te centres en ti, que te aceptes como eres y que no mires al otro; que no te importe que alguien te mire. Nudismo es no perder el tiempo en otros, es una metáfora de la propia vida, sin trucos, confrontado con la naturaleza propia y con la ajena».

Una corporación que regula sobre algo tan esencial y sanador como entregarse al mar debe ser exquisito y sobradamente inteligente. En la playa es donde está la única y verdadera democracia y donde las clases y las diferencias se diluyen en el mismo interés y conductas. De hecho esto me permite algo que les prometí: recordar al sabio Antonio Gala que en una de esas noches con Jesús Quintero que encontrarán en Youtube y preguntado sobre lo más inteligente que se puede hacer en la vida, contestó: «Yo le diría que irse a una playa, pero en el fondo de verdad tengo que decirle que inteligencia es salir de esta especie de laberinto donde estamos metidos en una vida que no es la nuestra, que es una organización que necesita esclavos para seguir manteniendo esa organización que necesita esclavos. Una inteligencia que no nos ayude a vivir no creo que le sirve para nada a nadie». En estos días de criticar o alabar pactos revelamos nuestra esclavitud o también nuestra rebeldía ante una organización que nos ha satisfecho o no durante estos últimos ocho años. No podemos tener miedo ni dejarnos llevar por la estúpida manipulación de unas etiquetas y unos prejuicios que se esgrimen y moldean por el sistema. Vivimos en una isla y afortunadamente tenemos ese escapismo al mar que no valoraron aquellos antepasados que –excepto pescadores o contrabandistas– vivían de espaldas a la costa y siempre con persianas cerradas. Avancemos libres, seamos ante todo y, cuando proceda, también mentalmente nudistas.