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Era de esperar que tras las elecciones llegase el tema clave para la clase política: el control de IB3. Me siento perfectamente capacitado para opinar sobre este tema ya que trabajé tres años en aquella casa y colaboré algunos más antes hasta la llegada del último Pacte. En ocho años no he pisado IB3 ni tampoco me ha importado demasiado, la verdad. La vida profesional son etapas y aquella fue muy intensa, pero de aquellos años me marcaron ciertos momentos que difícilmente se pueden olvidar. Recuerdo, por ejemplo, cómo el Sindicat de Periodistes criticaba el tratamiento de IB3 sobre el TIL antes de emitirse incluso el primer informativo. O cómo diputados denunciaban manipulación cuando, al hablar con ellos para que argumentasen sus críticas, reconocían que no habían visto ningún informativo. Y así les podría contar 1.000 más.

Con un total desconocimiento    sobre el funcionamiento de la tele, criticaban por ejemplo que una noticia importante fuese en el minuto 20 del informativo, sin pensar que era una cuestión de montaje, que el periodista había llegado poco antes de las 14 horas y necesitaba tiempo para prepararla. Tampoco sabían que el informativo tiene más audiencia en el minuto 20 que al principio. Y cuando te ofrecías a explicarles todos estos detalles no te hacían ni caso. La duración de una noticia también era motivo de crítica sin tener en cuenta el material disponible para su elaboración. O el corte que se había elegido. Todo era criticable. Daba igual si era cierto o no. Los hay incluso que aún dicen que fueron censurados cuando nunca trajeron una noticia propia a la tele. Ahora el PSOE lamenta que el PP quiera cambiar la ley para sustituir al director general de IB3 porque se pactó un mandato de seis años para que abarcase dos legislaturas. No creo que Pilar Costa sea la mejor portavoz para hablar de manipulación tras la campaña de acoso y derribo del PSOE de Ibiza contra Periódico de Ibiza porque no les gustaban las noticias que se publicaban.

Me da la sensación de que falló estrepitosamente el PSOE al aprobar la ley de nombramiento de IB3 porque tendría que haber propuesto un director general para 20 años y no para 6. Porque solo con ellos parece que está garantizada la independencia total y absoluta, como ya se demostró sobradamente con el tratamiento informativo sobre el escándalo del Hat Bar que salpicó a Armengol. Desde aquel episodio apenas he vuelto a mirar la tele autonómica y para ser justos no tengo elementos suficientes para opinar sobre ella, pero sí parece claro que, siguiendo la tradición, la nueva mayoría parlamentaria debe elegir al nuevo director y su equipo, como hizo la izquierda en 2015, por cierto. Sería lo más democrático. Y ya advierto a los nuevos que les van a criticar todo lo que hagan, sea o no cierto. El acoso y derribo comenzará incluso antes de que asuman sus responsabilidades en la tele, algo que no hizo prácticamente la oposición en ocho años habiendo bastantes motivos para hacerlo.