Seguro que el avispado lector será capaz de entender si es que yo no soy capaz de explicarme. La política es algo noble, otra cosa es que haya políticos que deshonren con sus formas la cosa pública o que no gobiernen los que usted querría. A lo que iba. Los medios de comunicación públicos son una herramienta muy interesante para que quien gobierna pueda reproducir el modelo de sociedad para el que los ciudadanos le han votado.
IB3 es un servicio público que debe de servir para que la mayoría social representada en el Parlament implemente aquellos aspectos sobre los que quiere poner el acento. Es noble, legítimo y para eso está. Otra cosa muy distinta es utilizar esos costosos medios para conseguir los votos que después a uno le permitan gobernar o pensar que IB3 es de los periodistas. Los medios públicos no son para hacer votos y además nunca lo consiguen. Hacer política sí, hacer partidismo, no, nunca.
Por eso, no tiene ningún sentido que, a día de hoy, haya personas elegidas por partidos como Podemos o el PI, que están en el Consejo de la radio y televisión públicas de Baleares que no están ni representados en el Parlament. Es innegable que Andreu Manresa ha hecho un muy buen trabajo, alineado con la ideología política de quien lo eligió, tanto como que todos sabemos que no lo hará en el futuro con los que ahora gobiernan.
2 comentarios
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JoanCierto, aquí cada uno defiende IB3 para lo que le conviene, mientras no le convenga al otro todo va bien.
Después del análisis descarnado de ayer de Juan Mestre, hoy Martorell nos regala otro análisis no menos descarnado de IB3. Ambos conocen IB3 por dentro. Martorell nos dice que IB3 se tiene que alinear con el que manda siempre que no pida el voto para los que mandan, o sea, que no haga partidismo. Lo cierto es que la línea entre reproducir un determinado modelo de sociedad (legítimo) y hacer partidismo (ilegítimo) es bastante difusa. Parece que Martorell quiere justificar la existencia de IB3 con sutilezas teóricas sin reconocer que son armas del poder, o de los periodistas (mayormente de izquierdas, basta ver la posición adoptada por la APIB en toda esta polémica) o de los políticos, como ha sucedido estos ocho años con la connivencia de políticos y periodistas, ambos de izquierdas. En resumen, las televisiones públicas ya no aportan nada respecto a las privadas y deberían cerrarse. Desde IB3 hasta el monstruo de RTVE.