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Pese a que la flamante nueva presidente del Congreso, Francina Armengol, y dirigentes como Bolaños, estén sugiriendo que el primer paso para la investidura abre las puertas a una nueva legislatura con Pedro Sánchez en Moncloa, esto no acaba aquí.

El lunes el Rey comienza la ronda de consultas con los partidos para designar candidato a la investidura, con la ausencia de nacionalistas e independentistas que han declinado asistir. ¿Para que? Como le iban a contar que pensaban exigir la amnistía para todos los procesados por el referéndum ilegal y la proclamación teatral de independencia...

Con estos mimbres, el Jefe del Estado va a tener que optar por el que más boletos tenga para lograr la investidura y, pese a los cantos de sirena con lo que Feijóo intenta seducir al PNV, no están los vascos por la labor.

La guerra en el independentismo catalán ha estallado, sacando a la luz todos los agravios y rencores de la pasada legislatura. La situación es tan crispada que la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), fortín del independentismo más radical, amenaza con presentarse a los próximos comicios catalanes para aunar a los desengañados de Junts y ERC.

Ya resultó chocante que, mientras Sánchez y Puigdemont negociaban vía Bolaños, la Mesa del Congreso, antes de que se conociera el resultado, cuando se intuía que habría acuerdo, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, compareciera ante los medios para ‘vender’ que el PSOE había ‘tragado’ con todas sus exigencias que, casualmente, eran las mismas que las de Junts.

Las cosas han llegado tan lejos que Puigdemont ha acusado de ‘arrogantes’ a los que aseguran que su formación ha vuelto al redil. Conclusión: esta guerra va a hacer subir el precio que tendrá que pagar Sánchez por la investidura. Y nadie descarta que el fugado de Waterloo recupere las esencias votando no y dejando a Francina Armengol con la miel en los labios de una presidencia efímera.