Algo horrorizó a Josep Pla durante uno de sus viajes a Mallorca. A mediados del siglo pasado contempló a varios pescadores con capturas frescas a pie de mar, en sa Calobra. Tras asarlas a la brasa, desparramaron sobre ellas el jugo de unos limones, lo que escandalizó al escritor. Le comenté este episodio a mi padre, que era un buen gourmet. «Pla tiene razón –me dijo–. Nada puede mejorar un anfòs o un caproig a la brasa recién extraídos del mar, pero aquí siempre les hemos puesto limón». Esa crítica de Pla hacia nuestras raras costumbres da risa, ahora. Y es que en Palma capital apenas hay restaurantes de cocina mallorquina, y en cambio cientos de locales italianos, chinos o japoneses. Esto nos lo detallaba Gemma Marchena en un interesante reportaje que publicó Ultima Hora el pasado domingo.
Pescado con limón
Palma02/09/23 0:29
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2 comentarios
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Hem de cuidar la nostra cultura, llengua, gastronomia.. i deixar aquest capitalisme desfermat que només empitjora la nostra qualitat de vida
Como siempre en la buena cocina es necesario un uso moderado de los ingredientes. En el caso del pescado, estoy con Pla (y un poco de aceite de Oliva.) LIMÓN en los MOLUSCOS especialmente si se comen crudos resulta IMPRESCINDIBLE.