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Hace dos semanas escribí en este diario sobre la elevada desigualdad en España. El artículo resaltaba que España es el cuarto país más desigual de la Unión Europea. También alertaba de que la elevada desigualdad lleva a cifras de pobreza alarmantes y constituye una traba importante para el crecimiento económico y el desarrollo de nuestro país. Por todo ello, proponía que urgía un pacto de Estado entre los dos grandes partidos políticos para poner coto a la desigualdad. Con este pacto los partidos se comprometerían, independientemente de quien ocupe la Moncloa, a reducir la desigualdad mediante aumentos del gasto público social y de la recaudación tributaria tales que permitieran a España alcanzar el porcentaje de recaudación y de gasto público social sobre PIB medio de la Unión Europea.

Para mi sorpresa, a los pocos días de que este diario publicara el artículo, Feijóo se reunió con Pedro Sánchez y le propuso un pacto de Estado que lleva por título: Acuerdo por la igualdad y bienestar de todos los españoles. El documento que Feijóo le entregó a Sánchez es, en apariencia, una propuesta de pacto de Estado en toda regla. Sin ir más lejos, en la primera página contiene una impresionante fotografía de los Pactos de la Moncloa de 1977: Los protagonistas de los acuerdos sentados en una mesa presidida por Adolfo Suárez justo en el momento en el que Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista, firma el acuerdo. El documento de Feijóo comienza argumentando que pretende «sentar las bases para la conformación de un gobierno en España, cuya estabilidad se asiente sobre una gran mayoría que respete los principios constitucionales y que, por tanto, defienda y promueva la igualdad de todos los españoles en derechos y deberes».

Hasta aquí parecería que Feijóo ha leído este diario y me ha hecho caso. Parecería que ha dejado de lado el juego sucio y que de la noche a la mañana se ha convertido en el serio y respetable estadista que todos creían que era antes de dejar Galicia y convertirse en candidato a la presidencia del Gobierno de España. Sin embargo, una vez hemos leído los grandilocuentes título y primer párrafo, nos damos cuenta de que en realidad nada ha cambiado. Resulta que cuando el PP habla de defender la igualdad, no se refiere a la igualdad económica, si no a «la necesidad de considerar a los ciudadanos de igual manera sin atender a su lugar de procedencia». Por tanto, defender la igualdad implica para el PP que «los intereses generales no queden supeditados de forma inexcusable y permanente a otros minoritarios o incluso personales que socavan la unidad de la Nación, la neutralidad y prestigio de sus instituciones democráticas». Es decir, defender la igualdad consiste en impedir que los intereses de fuerzas políticas minoritarias terminen siendo determinantes para el porvenir de la nación. Y de eso va la propuesta de Pacto de Feijóo: No pactes con partidos independentistas; déjame gobernar a mí, aunque sea solo dos años. Feijóo nos ha ilusionado durante 30 segundos, lo que ha durado la lectura del título, la fotografía y el primer párrafo de lo que pretendía ser una propuesta de pacto de Estado. Cinco páginas de contenido insustancial que constituyen un insulto a los Pactos de la Moncloa y, sobre todo, una oportunidad perdida.