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Soy de los que piensan que al final habrá acuerdo Sánchez-Puigdemont. Vislumbro, pues, otro gobierno nacional semejante al anterior. Pese a tales expectativas –que a lo mejor no se cumplen, eso ya se verá– la izquierda mallorquina sigue bajo los efectos de la debacle electoral de mayo. Tienen a su líder entronizada en Madrid, pero todo parece indicar que esa circunstancia no les ha devuelto la ilusión. Es más: algunos aseguran que el PSIB es, en estos momentos, un solar. Sus primeros tanteos como oposición apoyan esa impresión. Su único objetivo parece ser el de ‘bauzanizar’ a Prohens, vender la idea de que la presidenta es enemiga de nuestra lengua y que los defensores del catalán –yo me cuento entre ellos– tendremos que regresar a las barricadas. Me parece una estrategia burda, impropia de las preclaras mentes socialistas de ese pequeño país insular. Cualquier ciudadano con dos dedos de frente –que no esté mediatizado por adoctrinamientos de manual, claro– ha entendido ya que la actual presidenta es la antítesis de Bauzá. La de Campos es traductora, escribe y habla perfectamente la lengua de Ramon Llull y Josep Pla y no tiene –me consta– la menor intención de ‘castellanizar’ Balears. Los cambios introducidos en Sanitat estaban hace tiempo en la agenda de Armengol, quien no los llevó a cabo por presiones de Més y porque se acercaban las elecciones. Quizá el hecho de que la tercera autoridad del Estado se haya llevado al Congreso a lo mejor de su fontanería política explicaría la actual indigencia de los cuadros socialistas, su vuelo rasante a los comienzos del curso político.

Soy consciente de que no puedo estar en misa y repicando, pero tampoco puedo dejar de pensar que el electorado de izquierdas merece unos estrategas más finos e inteligentes. La táctica del «que viene Bauzá» suena a cuento del lobo, aquel del pastor mentiroso a quien nadie hizo caso. Quizá la rapidez con que Prohens va cumpliendo su programa electoral incidiendo en cuestiones que sí preocupan al ciudadano medio –vivienda, impuestos, gratuidad de las escoletas– haya sorprendido a unos políticos que siempre han confundido la ideología con la gestión. Ahí está el nyarro de Miquel Ensenyat y sus sucesores con el tema del rescate del túnel de Sóller.