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Como me sugería el otro día un buen amigo, imaginen unas elecciones presidenciales francesas en las que para salir elegido el nuevo presidente de la República necesitase los votos de los diputados del departamento de los Pirineos Orientales, de lo que las enciclopedias catalanas, llaman ‘Catalunya Nord’ describiéndolo como «territorios catalanes administrados por Francia». Ojo, ‘administrados’, que da una idea de provisionalidad frente a la realidad «bajo soberanía francesa» (nada menos que desde 1659).

Esos diputados le dicen a Macron o a quien sea que para apoyarle tiene que darles el derecho de autodeterminación, la amnistía por hechos pasados y la obligatoriedad del catalán por encima del francés. Creo que las carcajadas se oirían en Japón. Ningún candidato va a poner en peligro la República a cambio de un apoyo de quien no puede apoyar.

¿Por qué Puigdemont y otros no reclaman la anexión de la mal llamada Catalunya norte a la Catalunya sur? Sencillamente por que Francia es un país serio y Puigdemont no tiene vocación de suicida, está claro.

De acuerdo con el barómetro de septiembre de la SER, sólo un 57 % de los votantes del PSOE están de acuerdo con un gobierno ‘Frankestein’ y solo el 33,2 % de la población apoya ese gobierno multipartito. ¿En nombre de que mayoría sonríe seductora, Yolanda Díaz al prófugo y traidor Puigdemont en ese viaje a Bruselas que supera lo grotesco y esperpéntico para rayar en lo delictivo y aberrante?

El golpista Puigdemont representa a un partido que a nivel nacional supone solo el 1,6 % de los votos y que en Catalunya solo consiguió el 11,16 %, menos que el PP. Por tanto, ¿en nombre de cuantos catalanes pretende hablar Puigdemont, un marginal de la política, al exigir decisiones e iniciativas que no cuentan con el apoyo de una mayoría?

Pero la pregunta decisiva es ¿hasta donde le concederá Sánchez? No puede secuestrar a todo un país para su propia conveniencia pactando con aquellos que ni siquiera van a las consultas con el Rey en un gesto obsceno y reprobable.

Me pregunto que pasaría si el Rey como símbolo y garante de la unidad del país le negase la posibilidad de la investidura a Sánchez argumentándole que no puede aceptar que un partido cuya finalidad es la destrucción del orden constitucional y de la unidad del país (ya lo ha intentado, no es especulación) sea decisivo para el gobierno de la nación. ¿Sería eso en si mismo una ruptura del orden constitucional? Posiblemente ese gesto del Rey sería inconstitucional, pero ¿quien puede parar el daño inmenso que Sánchez está haciendo a la mayoría de los españoles? Dejando a un lado la Corona, habrá que romper algo para evitar que se rompa el país.