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El mundo contiene estos días la respiración por el estallido surgido entre israelíes y palestinos. Cunde el temor de una conflagración mundial pues una y otra parte tienen aliados poderosos. Por una parte, Israel cuenta con el respaldo de los Estados Unidos, por otra parte, las potencias árabes, sobre todo Irán, advierten: no permitirán que las vidas de los habitantes de la Franja de Gaza sean puestas en peligro. Los comentaristas internacionales se preguntan ¿dónde se originó el conflicto, cuándo, por qué? La mayoría sitúa el inicio de las hostilidades en 1948, cuando Inglaterra cede el territorio de Palestina para la creación de dos Estados: Palestina e Israel. El enfrentamiento, sin embargo, existía ya desde mucho tiempo antes. ¿Contra quién peleaba el rey David? Contra los filisteos hoy llamados palestinos. David pequeño pastor derriba con una modesta piedra a Goliat, precisamente filisteo, precisamente ancestro de Jesús. En numerosos pasajes de los Evangelios sus seguidores se dirigen a Él como «Jesús, hijo de David» pues los profetas habían anunciado que de esa estirpe descendería el Mesías prometido, el Mesías destinado a liberar al pueblo de Israel pero «el Hijo del Hombre vino a los suyos y los suyos no lo conocieron». «En verdad, en verdad os digo, de este templo no quedará piedra sobre piedra», anunció Jesús en el Evangelio y así ha sido. El año 70 d. C. el templo de Jerusalén fue destruido por el ejército romano a las órdenes del emperador Tito dando comienzo a una diáspora todavía vigente en el presente. No se trata de dar la razón a unos ni a otros el día de hoy pero los hechos parecen desproporcionados: uno de los ejércitos más poderosos del mundo para defender un territorio de 22.145 km² y una población de apenas 9 millones (para hacerse una idea, España tiene unos 47 millones de hab.) La misma lucha continúa hoy en el debate en el que aliados de uno y otro bando se muestran por lo menos de acuerdo: permitir la entrada de víveres en la Franja de Gaza donde al principio de las hostilidades permanecían sitiados unos 2 millones de personas. Antes de Cristo la ley judía mandaba ojo por ojo. Después de Cristo la Ley para todos es tenderse la mano. Esa es la Ley que resuelve los conflictos. Hay leyes más baratas pero no son la Ley.