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Es cierto que en este mundo los difuntos mandan más que los vivos? Desde luego, mucho más. Incluso sin ser mexicanos, donde ese día es poco menos que fiesta nacional, los difuntos antiguos o modernos mandan muchísimo en todas partes, desde siempre, y sus órdenes suelen ser inapelables, aunque al ser mandatos por delegación, pasan desapercibidos. Y una cosa que se puede hacer hoy, Día de Difuntos, después de que cada cual haya recordado y honrado a los suyos, es un cálculo estadístico aproximado, a través de herencias, tradiciones, doctrinas, identidades colectivas, tabúes prehistóricos, nacionalismos, costumbres, simplezas, supersticiones y leyes elaboradas por difuntos (los autores de la Biblia y el Corán, por ejemplo), de cuánto mandan ahora los muertos. Unos más y otros menos, naturalmente, dependiendo de su relevancia en vida, pero considerados en conjunto igual que en aquel hermoso relato de Joyce: Los muertos. Los no muertos, vampiros, revenidos y zombis, que en cambio mandan muy poco, los dejamos para otro día. Hoy no toca. Y una vez nos hayamos hecho una idea de la asombrosa magnitud de su mandato (los vivos apenas pintamos nada en el mundo de los vivos, sobre todo los escritores vivos), quizá ya estemos en condiciones de decidir si es bueno o malo que los difuntos manden tanto, y que su voluntad postrera gobierne las civilizaciones. Civilizaciones que para mover un dedo o tener una idea deben pedir permiso a los muertos, que indiferentes en su sueño eterno, suelen denegarlo sin inmutarse. Salvo cuando además exigen justicia, reparación o venganza por afrentas históricas, que si los vivos olvidan, los muertos no, jamás. Son muy rencorosos, los difuntos, y como para ellos cien años o mil no significan nada, siempre están exigiendo esto o lo otro a legisladores y gobernantes del presente. Algunos recitan poemas épicos, o cantan himnos. La cultura y la moral son generaciones de difuntos mandones, peleando en el más allá batallas sin fin. Nunca dejan en paz a los vivos. «Lo que fue, será, y lo que se hizo, eso mismo se hará», certifica el Eclesiastés bíblico. Es de tontos preguntar si es bueno o es malo que los difuntos manden tanto. ¿Comparado con qué?