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Ya lo sabemos. Palma es destino informal. Atrás queda el pasado glorioso en que la Isla alojó a personajes que han hecho historia. Para bien y para mal. No hay hotel boutique, por más Michelin que coloque en sus mesas, que ostente la categoría del derribado hotel Formentor. No pueden evitarlo.
Durante un par de días hemos sido sobrevolados por helicópteros vigilantes para mantener el orden y la calma en la «reunión informal ministerial», que ha terminado en una declaración de lo más informal. A cada coma, le sigue un sostenible, en cada párrafo de su declaración, otro sostenible. Maestros en el arte de no decir nada, son sosteniblemente hablando, reiterativos en la oratoria. Por aquello de ahorrar recursos. No se puede ser más sostenible. No pueden evitarlo.

Un exiguo número de nativos salió a la calle a pedir ‘Menys turisme, més vida’, en una contracumbre la quisieron llamar que estuvo a la altura de la reunión informal: se difundió poco y mal, se llevó a cabo cuando los ministros de Turismo de Europa aún no habían llegado. Bastó ver el despliegue policial para darnos cuenta del miedo que les causa lo que podamos hacer, decir, los indígenas del paraíso conquistado. Les damos risa. No pueden evitarlo.

A la realidad se le llama relato, narración, storytelling dicen los más guays, y yo estoy por proponerles rondalla, ya que estamos en el això era i no era, gracias a la elocuencia de la presidenta del Govern, Margalida Prohens, que nos regaló un circunloquio de economía y sostenibilidad que ni en las norias de nuestros bisabuelos. Un mareo. No pudo evitarlo.

Leo atentamente los puntos que recoge el resumen de estos días de intenso trabajo de los responsables turísticos de la Unión Europea. Me gustaría saber a cuánto asciende el dinero que ha costado sufragar tan ardua tarea. Total, para escribir cómo «desarrollar estrategias turísticas integrales que tengan en cuenta la sostenibilidad económica, medioambiental y social». Si es que no pueden evitarlo.

¡Nativos!, batir palmas porque nos incluyen en el relato: «Animar a los agentes turísticos a que sitúen el bienestar permanente de los residentes locales en el centro del desarrollo turístico». Parece mentira que no se hayan dado cuenta de lo felices que estamos de nuestro papel de figurantes en tan animado plató. Eso sí, habrá que pedirles un aumento de salario porque apenas nos da para pagar el alquiler y, de momento, de vivienda social, poco. Somos pacientes en Mallorca. Esperaremos. No podemos evitarlo.

En su informalidad, no se han dejado las bondades de la digitalización, que también le da marcha a este modelo que no busca el derroche sino la contención de millones de turistas al año, que llegan en avión, barco, jets privados, alquilan coches, usan mucha agua, colapsan las carreteras y las calles de las ciudades, compran las casas de las abuelas, porque siempre hay algún nieto que las vende, suben los precios, pero somos un modelo a seguir porque nos guía el credo de la sostenibilidad. Tienen fe. No pueden evitarlo.

Conclusión: Demasiados Valmont, demasiadas madame de Tourvel y, por encima de todo, demasiada sostenibilidad la de la marquesa de Merteuil. Son las amistades peligrosas. No podemos evitarlas.