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Definitivamente, la palabra amnistía será la palabra del año, con más repeticiones incluso que las favoritas guerra, Gaza, matanza y hasta antisionismo o antisemitismo, y eso que hasta la ONU es ya antisionista y antisemita de rebote. Pero la candidatura de amnistía es invencible, porque aunque no se puede extender a todo el año 2023, y digamos que viene de atrás, su irrupción fue tan fulgurante que se ha adueñado de todos los discursos políticos, no sólo en España sino también en Europa, y ha copado la actualidad igual que si un diplodocus de 45 toneladas se hubiese hecho fuerte en la Puerta del Sol de Madrid, y estuviera comiéndose los semáforos y destrozando mobiliario urbano. El caos, desde luego. Una palabra monstruosa, que a este ritmo y puesto que no deja de aumentar de tamaño y peso, también será la de 2024. Sobre todo porque está engendrando una ley, la ley de amnistía que empezó la semana pasada su largo trayecto legislativo entre convulsiones parlamentarias. Y sólo era el trámite de su toma en consideración. Así que no he tenido más remedio que tomarla yo también en consideración, algo que había evitado hasta el momento. Por la entropía de la amnistía, que en cumplimiento del segundo principio de la termodinámica, no deja de aumentar. El desorden al que tienden todos los sistemas, dicho de otro modo. Ignoro si la ley de amnistía será o no constitucional, pero puesto que jamás me he creído que tenga los efectos benéficos y apaciguadores que pregona el Gobierno, eso es lo de menos. En cambio, sí está estrechamente emparentada con varias leyes físicas indiscutibles. La ley de causa y efecto, en primer lugar. La ley del rozamiento, fundamental en dinámica de fluidos. La ley de inercia de Newton, y la de acción y reacción, que es la que constatamos a diario con sólo fijarnos en las portadas de prensa. La ley de amnistía incluso está de acuerdo con la famosa ley de Murphy, esa que determina que si algo puede ir mal, irá mal. Pero sobre todo, decíamos, con esa segunda ley de la termodinámica sobre el incremento de la entropía y el desorden de los sistemas. La entropía de la amnistía. Otra cosa es el espíritu de la ley, pero como nunca entendí qué es eso, ni encontré espiritualidad alguna en las leyes, ya sean humanas o físicas, no lo comentaremos.