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El pasado jueves publicaba esta tribuna el artículo del colaborador de Ultima Hora, Abderrahim Ouadrassi, titulada ‘¿Celebrar?’, en la que su autor establecía paralelismos entre la conquista de Mallorca por las tropas del Rei En Jaume y las operaciones contra el terrorismo de Hamás desplegadas por el ejército israelí en Gaza.

Hacer comparaciones entre hechos acaecidos en el siglo XIII y en el XXI acarrea siempre el riesgo de juzgar bajo parámetros morales y políticos actuales hechos ocurridos cuando el mundo conocido se movía por otros bien distintos.

Hacer uso de epítetos peyorativos para referirse a la conquista es hasta común entre una parte de nuestra ciudadanía, afecta del síndrome de buenismo unilateral y de lo políticamente correcto. Quienes no nos conformamos con la versión complaciente con ese discurso, pretendemos que la verdad se imponga a la mentira, aunque aquélla sea incómoda.

Los musulmanes no surgieron en Mallorca por generación espontánea, sino que se establecieron en las islas -a la sazón, cristianas y ligadas a los imperios bizantino y carolingio- tras sucesivas incursiones sarracenas que provocaron devastación, muerte y saqueos entre la población cristiana al menos a lo largo de dos siglos, entre 708 y 902.

En consecuencia, lo que sucedió el 1229 no fue más que el retorno a la cristiandad -con el frustrado precedente pisano-catalán- de un territorio previamente usurpado por la fuerza de las armas de los musulmanes, y disputado entre sus diversas facciones, almorávides, almohades, etc.

Que en las guerras quien pierde se lleva la peor parte es una obviedad, de manera que las miles de víctimas de la Madina Mayurqa tras la conquista fueron la consecuencia de la lógica militar de la época, aunque tampoco conocemos cuántos cristianos mallorquines sacrificaron previamente los combatientes enviados por el emirato de Córdoba en 902. Sí sabemos que los mallorquines fueron masacrados, aunque durante más de ocho años existió un núcleo resistiendo en el Castell d’Alaró.

Hablar de genocidio es, no obstante, un despropósito, en uno y otro caso.

Si lo que se pretende con la comparación de la Conquesta con la situación de Palestina es hallar lenitivos a la perpetuación del terrorismo de Hamás contra los ciudadanos -judíos, musulmanes o cristianos- de la única democracia occidental del próximo oriente -el Estado de Israel- al que, desde amplios sectores del Islam, se pretende exterminar -y ese sí que es un plan genocida-, temo que el paralelismo no es muy afortunado.

El 31 de diciembre, quienes descendemos de aquellos cristianos que recuperaron Mallorca para Occidente, celebramos la efeméride que supuso integrarse en la modernidad y en los valores del humanismo que condujeron -tras siglos preñados de retrocesos y avances- a la consecución de la actual sociedad democrática europea, al llamado estado del bienestar, a la igualdad de derechos y a la tolerancia con las diferencias de ideología o de credo existentes entre los ciudadanos. Una sociedad, sin parangón ni comparativa en todo el orbe, capaz de integrar, incluso, a quienes desde otras culturas y formas de pensar, pretenden lastrar nuestra memoria con extemporáneas acusaciones.

Sí, el 31 de diciembre los mallorquines tenemos mucho que celebrar.