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Tras la convocatoria anticipada de elecciones en Galicia, la siguiente comunidad en seguir sus pasos podría ser Balears.

A partir del mes de abril, Marga Prohens tendrá vía libre para anticipar los comicios, aunque habrá de justificar la decisión en las dificultades que, para la gobernabilidad, tiene el depender de unos socios parlamentarios tan inestables y a menudo completamente desnortados como los de Vox e, incluso, del diputado por Formentera, Llorenç Córdoba, cuyo culebrón personal no está, ni mucho menos, aclarado.

Así las cosas, si las elecciones gallegas arrojan un resultado positivo para el PP, manteniendo su mayoría absoluta e incluso incrementándola si logra capitalizar el descontento por las triquiñuelas parlamentarias de Pedro Sánchez y, sobre todo, por el asunto de la amnistía, Prohens podría encontrarse en un momento óptimo para hacer tabula rasa y tratar de gobernar sin hipotecas.

Por la derecha, es obvio que Vox ha de pagar el desbarajuste y las luchas internas que son marca de la casa y, además, su acreditada incapacidad para la gobernación. Se ha demostrado que los ultraconservadores no son la muleta del centroderecha, sino una piedra en su zapato.

Obviamente, el voto que pierda Vox irá, mayoritariamente, a los populares, por aquello de la utilidad.

Por el centro, el PI no está, a día de hoy, en condiciones políticas -ni económicas- de afrontar una campaña. Además, su indiscutible líder, Antoni Salas, ostenta un escaño en el Consell, no en el Parlament, lo que podría complicar aún más la situación. Los regionalistas se hallan en pleno proceso de balance de daños tras el fracaso de Melià en las pasadas autonómicas y obviamente contaban con cuatro años para reestructurarse y recuperar el proyecto.

Lo que surja de la operación de reflote de Unió Mallorquina por parte de antiguos militantes es todavía una incógnita, y con toda probabilidad no estará operativo antes de uno o dos años. Su horizonte es 2027 y todo el mundo sabe que su viabilidad pasa por acuerdos con sus excompañeros de el PI, porque el espacio no admite fracciones.

En consecuencia, tanto el votante regionalista como aquél que en el pasado otorgó su apoyo a Ciudadanos en las Islas solo contaría con dos opciones lógicas, la abstención o el apoyo a Prohens.

Pero es que, además, la oposición está descabezada y más perdida que nunca. El PSIB carece de líder. Que Francina Armengol abandone su mullido asiento en Madrid para venir a Balears a arriesgarse a sufrir otra humillante derrota parece poco probable. Presentar una lista con Iago Negueruela o Mercedes Garrido como candidatos sería garantía de goleada popular. Tampoco el flamante delegado de Gobierno, Alfonso Rodríguez, da el perfil. Quizás a Aina Calvo le pudiera tentar el hecho de poder remover a Armengol, pero albergo mis dudas. El resto de socialistas, sencillamente, no dan la talla.

En la bancada de lo que era Més -actualmente, un socio más de Yolanda Díaz- veremos qué ocurre, pero parece que pintan bastos. Agitar el asunto del catalán en las escuelas no les bastará para crecer. Ese electorado ya les votaba.

Y de Sumar y Podemos los electores parecen ya inmunizados.

Seguramente, Prohens tiene ya analizados estos factores. Ahora le toca gestionarlos con inteligencia política.