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A primeros de año sucedió algo inesperado que ha pasado prácticamente desapercibido y fue la exclusión de los periodistas de la Pascua Militar que se celebra en el Palau de l’Almudaina. Así lo comunicó la Oficina de Prensa de la Comandancia General el pasado 2 de enero: «De acuerdo con las instrucciones recibidas, no está prevista la convocatoria de los medios de comunicación social para cubrir el desarrollo de los actos. Se remitirá un dossier de prensa con toda la información y un amplio reportaje gráfico». Se trata de un veto desconcertante. Nunca se ha dado un incidente con la prensa en esta conmemoración, ni en Palma ni tampoco en Maó; todo lo contrario. Los periodistas seguían desde un rincón y a pies juntillas el discurso del general para sacar un buen titular. También hacían preguntas de actualidad a las autoridades presentes, que agradecían esa comunicación espontánea. Cronistas como Eugenia Planas o Esteban Mercer tenían la oportunidad de dar realce al acto con sus fotos y comentarios sociales. Todo iba en la línea que han marcado los últimos comandantes generales, muy interesados por acercar el Ejército a la ciudadanía. En ese empeño son recordados Juan Cifuentes (2016-2019) o su sucesor, García Blázquez, que recibió clases de catalán y habló en mallorquín. O el coronel Ortiz, que incluso editó un cómic para que los niños entendieran la misión del Ejército. Pero de golpe, la celebración queda fuera del alcance de esa prensa que ha apoyado los propósitos militares. Cosas muy extrañas deben pensar en la Comandancia, en el Ministerio de la señora Robles o en La Zarzuela.