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Nació en 1909 en Tasmania (Australia) y en sus años mozos ya apuntaba maneras, por lo que fue expulsado del colegio. Errol Flynn seguía apuntando alto y también fue despedido en su primer trabajo de oficinista. La noche le perdía y sólo pensaba en señoras. De buen ver, a poder ser. Antes de actor en Hollywood, fue cazador, aventurero, traficante de diamantes, buceador, embaucador, galán, periodista, escritor y navegante. Pero, sobre todo, un crápula simpático e ingenioso; un bebedor y fumador empedernido. Se casó tres veces y con su última esposa, Patricia Wymore, se embarcó en su velero Zaca, una goleta de 43 metros de eslora y dos palos, y se dirigió hacia Gibraltar. Una tormenta apocalíptica le desvió a Mallorca y tras amarrar en el Port de Pollença, en 1950, quedó fascinado con el paisaje. El alcohol lo llevaba en el barco, así que no se preocupó y bajaron a Palma. Se alojaron en el Maricel y el Bonsel y les gustó tanto la ciudad que alquilaron la casa El Molí, en Illetes. Sus juergas aquí fueron sonadas. Paseaba descalzo por el Born y llevaba pulseras en las muñecas, lo que escandalizaba a los palmesanos. El protagonista de Robin Hood estaba ya en decadencia profesional y personal, pero seguía siendo un cachondo. Un día, su yate amaneció con una bandera de un pene gigante, un pirata fálico, que posiblemente colgó él durante alguna juerga épica frente a la bahía de Palma. Engullía daiquiris en el Joe's de la plaza Gomila y con su porte de colosal regresaba tambaleante al Zaca, su gran amor. En 1959, arruinado, murió de un infarto a los 50 años de edad. Y toneladas de vodka consumidas.