TW
2

Los políticos de provincias coinciden en el objetivo de agradar al que manda en Madrid sea cual sea su adscripción ideológica. Políticos provincianos son para las direcciones de los partidos todos aquellos que ejercen más allá de la M-40 madrileña. Aunque la generalización pueda parecer injusta, probablemente explique la penosa implicación de la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, anterior presidenta del Govern, en la trama de las mascarillas que investiga la Justicia.

En el fragor de la contienda por el poder interno en el PSOE, el mes de enero de 2017 Francina Armengol manifestaba su inquebrantable apoyo a la candidatura de Patxi López a la secretaria general del partido a causa de sus fundadas «dudas» de que Pedro Sánchez fuera la persona adecuada para dirigir la organización. Unos meses después, en mayo, se entregaba con armas y bagajes a Pedro Sánchez y demandaba el apartamiento de la elección en primarias a Patxi López. Desde entonces ha sido inevitable la percepción de que Armengol necesitaba hacerse perdonar su veleidad inicial con respecto a quien luego sería presidente del gobierno, reduciría el partido a mera plataforma de poder personal y colocaría a los fieles a su vera, enviando al frío exterior a los apáticos. Y tanto lo consiguió que recibió la gracia de la designación de presidenta del Congreso con los votos de la antinatural mezcolanza de partidos que sostienen a Pedro Sánchez. También la actual presidenta de Balears, Marga Prohens, aparecía como puntal de Pablo Casado hasta que las nuevas circunstancias la convierten en apoyo incondicional de Núñez Feijóo; en su caso, avalada por su paso en puesto de cierto relumbrón por el congreso de los Diputados, pátina que adquirirá la presidenta del Congreso si sobrevive a las mascarillas.

Con los antecedentes de Armengol, la conversación con el ministro –se habló con todos, insiste Iago Negueruela para desviar el foco– bien podría haberse desarrollado en estos términos:
–Presidenta, me dice Koldo que cuenta con la empresa adecuada para la compra de material sanitario.
–Gracias ministro, lo ponemos en marcha.

Así, una ignota Soluciones de Gestión y Apoyo a las Empresas entregaba 1,4 millones de mascarillas al precio de 3,7 millones de euros. El material, inservible al no responder a la comanda realizada, continúa estibado en un almacén, es de suponer que a la espera de ser destruido. En su primera intervención pública, Francina Armengol mostraba «indignación y asco» por enriquecimientos ilícitos en tiempos de muerte; recalcaba que eran contratos de emergencia y que «lo volvería a hacer una y mil veces». La laxitud de los procedimientos administrativos a consecuencia de la carrera entre comunidades e instituciones por conseguir instrumentos de protección sanitaria no puede servir para explicar lo sucedido y menos para justificar la disposición a repetir. Quizá una disculpa habría sido más apropiada.

Sin embargo, la presidenta del Congreso ha dejado sin respuesta la pregunta más importante: ¿Por qué no se reclamó durante más de tres años el dinero malgastado y solo se cursó el requerimiento en el último instante, antes de dejar el poder? La acusación particular del Govern de Prohens en el caso Koldo quizá encuentre esta y otras respuestas.