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Se utiliza el concepto de economía regenerativa como contraposición a la economía extractiva. Es un termino acuñado relativamente hace poco que, según los expertos y académicos, se fundamenta en el principio de restauración y conlleva devolver un sistema o producto a su estado original o incluso a un estado mejorado. Política y éticamente, la idea de regeneración se sitúa en las antípodas del ideario negacioncita y, como estrategia, se adaptaría plenamente a las propuestas de transición hacia un nuevo modelo económico, más justo y sostenible.

De un tiempo a esta parte, algunas voces empresariales del sector turístico han empezado a hablar de turismo regenerativo. La propuesta va un paso por delante de todo lo que hasta el momento se venia diciendo o se proponía desde el mundo empresarial. El concepto tiene un carácter más holístico que el de economía circular y transciende el ámbito sectorial, implica a todos los agentes económicos, administraciones públicas y sociedad civil. Para las empresas conlleva el compromiso de crear productos y servicios respetuosos con el medio ambiente y, también, el desarrollo de acciones con visión global que mejoren los entornos sociales y ambientales. Podría hablarse de un cambio profundo de paradigma en la producción.

Si estas referencias empresariales a la economía regenerativa son sinceras y están hechas desde el rigor y no como estrategia de marketing, algo que ha ocurrido con frecuencia con el uso del término sostenibilidad, el planteamiento podría representar un marco o cuadro de diálogo tremendamente sugerente y un proyecto para un futuro ilusionante. Se habla de un modelo turístico más sostenible, inclusivo y regenerativo. Esto implica liderazgo a favor de un consenso entre todos los sectores de la sociedad. Simplemente, porque no es posible cambiar en profundidad el modelo turístico sin redefinir el modelo económico de la comunidad, en dirección a una mayor diversidad e inclusión.

Pero, no todos opinan lo mismo, apenas hace unos días el presidente de la asociación de promotores inmobiliarios afirmaba que la Comisión Balear de Medio Ambiente debería ser «quemada». Es decir, eliminar, precisamente, el espacio de dialogo que existe entre la administración pública y la iniciativa privada en referencia a las cuestiones medio ambientales. Vemos que hay caminos empresariales divergentes. Es el eterno dilema entre el corto y el largo plazo. Repito, si la apuesta por el turismo regenerativo es sincera, el liderazgo que se otorga el sector empresarial turístico debería constituir el arco de bóveda sobre el que asentar un consenso empresarial para una transición hacia un nuevo modelo económico.

Hacer propuestas de este calibre implica una responsabilidad frente a un reto. Una tarea de país, que incluye a todos, sin excepciones. Ciertamente, se puede focalizar el problema a partir de una visión económica, pero la solución del mismo va más allá de lo económico, alcanza el terreno de lo ético y político. En plena crisis global del sistema neoliberal, siguiendo la tradición del regeneracionismo clásico, la respuesta adquiere cierto sentido fundacional. Institucional. Momento para la política, en el sentido más amplio del termino.

Las principales organizaciones de la sociedad civil, a través de El Fòrum de la Societat Civil per a la reconstrucció de les Illes Balears, hace tiempo que vienen planteando la necesidad de elaborar una estrategia colectiva y de una transición hacia un nuevo modelo. ¿La economía regenerativa es una invitación a recorrer el camino juntos?