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La matematización en el análisis de las decisiones de los partidos políticos tras unas elecciones permite entender íntegramente los movimientos que se producirán tras la noche electoral, y en algunos casos incluso antes de la misma. Esto ocurre con las próximas elecciones autonómicas en el País Vasco, donde las matemáticas del parlamento nacional nos adelantan que habrá pacto entre el nacionalismo vasco representado por el PNV y los socialistas de Euskadi, PSE, no tanto porque hayan gobernado esta pasada legislatura juntos; sino por la situación en Madrid.

Pero primero fueron los números en el País Vasco los que explicaron el motivo de que Feijóo, ganador de las elecciones, con un parlamento mayoritario de espectro ideológico de centro derecha, no pudiera formar gobierno; le faltaban cinco diputados para el cambio de gobierno, pero los cinco diputados del PNV miraban hacia las próximas elecciones vascas, las suyas de verdad; y aunque el candidato de ocho apellidos castellanos del PNV, que es más nacionalista que Sabino Arana, diga que no se fía de Sánchez, sabe que el partido Bildu no tiene ninguna posibilidad de que el PSE le dé la Lehendakaritza.

Ese escenario no es posible, no por ser Bildu, o más bien Sortu, heredero político de la banda terrorista ETA, como se argumentaba hasta las pasadas elecciones al Congreso, sino porque el mosqueo que se cogería el Euzkadi Buru Batzar del PNV haría la «legislatura sanchista» inviable, incluso podría dejar abierta la puerta a una posible moción de censura en el parlamento español, con el fin de convocar elecciones anticipadas.

Sánchez sabe que para seguir de presidente necesita cortar cualquier puente a Feijóo, por ello no puede facilitar un entendimiento entre la derecha nacionalista de Euskadi y los populares, que al margen de los puntos de vista diferentes del ‘encaje' del País Vasco en España, comparten muchas iniciativas políticas.

Aunque a Sánchez y a Bildu les ha venido bien el blanqueamiento recíproco que se han hecho entre ellos -para los cabecillas aberzales no existe memoria histórica sobre «el partido de los GAL» cuando las matemáticas les permiten gobernar gracias a ellos en muchos ayuntamientos- en el caso que Bildu ganase las elecciones, el presidente socialista hablaría de la agenda oculta de los aberzales para apoyar a Pradales del PNV a lehendakari como excusa; y más si en algún momento se necesita sacrificar a Armengol como presidenta por el ‘caso Koldo'; con un PNV fuera de la Lehendakaritza, la candidatura a la presidencia de la cámara baja le saldría más carilla a Sánchez, por no decir imposible.

Olvidémonos pues de analizar las elecciones vascas bajo el prisma de la agenda social que vende Bildu, o la apuesta de desarrollo del estatuto y mejora de la sanidad del PNV. Son las matemáticas de Madrid las que explicarán el movimiento de Sánchez, que según las encuestas será el árbitro; aunque puede que Feijóo esté en el VAR, al existir un escenario incomodo de verdad para Sánchez, y también para el PNV, con unos cálculos que coloquen al PP como pieza clave para permitir una continuidad del PNV al frente del gobierno vasco, que afectaría en Madrid, empezando por Armengol.