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La palabra récord es una de las que más nos gusta utilizar a los periodistas, ya que, hasta la fecha, solía resultar un buen reclamo para los titulares. Sin embargo, últimamente lo estamos empleando con tanta frecuencia, que ya está dejando de surgir impacto entre los lectores. Récord de turistas, récord de afiliados a la Seguridad Social, récord de denuncias por malos tratos y récord de temperaturas son algunos de los ejemplos más habituales. En función de la palabra que acompañe al récord, éste puede ser negativo o positivo. En los últimos tiempos tengo la sensación de que abundan más los primeros, aunque en muchas ocasiones no somos conscientes de ello. Ya se ha convertido en algo habitual escribir sobre récord de temperaturas en un mes de abril.

Aunque a muchos nos gustan los días soleados y cálidos que nos permiten disfrutar de la playa a principios de la primavera, lo cierto es que no es normal. No es bueno superar los 30º al inicio de la primavera, ni que las mínimas no bajen de 26º, las conocidas como noches tórridas en las que conciliar el sueño resulta complicado. Sin lugar a dudas, el cambio climático es una realidad más que palpable y sus consecuencias pueden ser terribles. Sin ánimo de asustar, considero que es necesario plantearse algunas preguntas. ¿Querrán venir turistas si hace tanto calor en verano que no podrán ni salir a la calle o dormir por la noche? ¿Qué pasará con nuestro principal motor económico, el turismo El cambio climático está aquí y no podemos quedarnos en los récords de temperaturas, sin pensar en las consecuencias que esto tendrá a corto plazo. Entiendo que la solución no es fácil y que algunas situaciones son irreversibles. Pese a ello, urge que tanto los gobiernos como los ciudadanos nos tomemos en serio esta problemática. En caso contrario, la connotación de los récords pasará a ser negativa.